Feijóo "retrata" a Sánchez: "Tengo principios, límites y palabra"

Defiende una reforma del Código Penal para reintroducir el delito de sedición como delito de deslealtad institucional y endurecer la malversación.

El líder del PP y candidato a la Presidencia del Gobierno, Alberto Núñez Feijóo, interviene durante la primera sesión del debate de investidura del líder del PP.
El líder del PP y candidato a la Presidencia del Gobierno, Alberto Núñez Feijóo, interviene durante la primera sesión del debate de investidura del líder del PP.
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El PP nunca intentó jugar al misterio. Hacía días que había desvelado por boca de su secretaria general, Cuca Gamarra, las cartas con las que Alberto Núñez Feijóo intentaría ganar, en términos políticos, un debate de investidura perdido de antemano en términos numéricos. "Va a explicar lo que haría si tuviera la confianza, pero también lo que no hará para lograr ser presidente del Gobierno", dijo. Ni siquiera hubo que esperar un minuto para que el presidente popular desplegara su estrategia, se refiriera a la amnistía que, según ERC, Pedro Sánchez ya se ha comprometido a conceder a los encausados del 'procés' y proclamara que es su negativa a asumir esa exigencia del secesionismo lo que le privará de ser el próximo inquilino del Palacio de la Moncloa. "Tengo principios, límites y palabra", proclamó.

Feijóo -que en el tiempo transcurrido desde las generales de junio no ha conseguido arañar más apoyos que los 172 que suman su partido (137 escaños); Vox (33); UPN, (1) y Coalición Canaria (1), insuficientes para lograr la confianza de la Cámara baja- no renunció a presentar un programa de Gobierno llamado a convertirse en papel mojado, con sus seis pactos de Estado en materias en las que PP y PSOE llevan años a la gresca, como Justicia y Educación, sus rebajas de impuestos, como seña de identidad ideológica y sus golpes de efecto, como la promesa de crear un nuevo delito de deslealtad institucional similar al de la derogada sedición y de endurecer la malversación .

Pero más que intentar hacer un retrato del presidente que se pierde España, lo que realmente buscaba el líder de la oposición era "retratar" a Sánchez y "truncar", sino su próxima investidura, sí al menos el "relato" que ya ha empezado a armar para justificarla: que los españoles decidieron el 23 de julio fue la continuidad del Gobierno progresista, que las urnas supusieron un aval a la política de distensión con el secesionismo puesta en marcha la pasada legislatura con los indultos y la reforma de los delitos contra el orden público y que pactar con Carles Puigdemont y atender sus demandas es el lógico paso a seguir porque Cataluña está hoy mucho mejor que en 2017.

" Sí, es verdad que hay menos protestas, pero ¿para qué se van a movilizar si obtienen de ustedes todo lo que quieren sin levantarse del sofá? -ironizó- ¿para qué van a salir a la calle si hasta, vicepresidenta mediante, van a buscarlas a su casa, por lejos que esté, a rendirle honores?".

"Tengo a mi alcance los votos para ser presidente del Gobierno, pero no acepto pagar el precio que me piden para serlo", defendió también el popular molesto ante la imagen de perdedor que lleva meses construyendo el PSOE, y voluntariamente ciego ante la obviedad de que el 'sí' a la amnistía o el referéndum de autodeterminación habría implicado la ruptura automática con Vox. "La honestidad con uno mismo y la responsabilidad con los demás son un valor, aunque haya quien los subestime", insistió.

Ese fue el hilo argumental de una intervención de en torno a hora y cuarenta minutos, el mismo tiempo que el actual jefe del Ejecutivo en funciones dedicó a su discurso de investidura en 2020, en la que Feijóo se presentó como un político dialogante y contrario a la política de bloques; en la que deslizó desmarques sutiles y muy medidos respecto a sus socios de la ultraderecha en su visión de lo que significa ser español, en el cuestionamiento del cambio climático y en la lucha contra la violencia de género; y en la que tampoco faltaron apelaciones a los partidos soberanistas, a los que llegó a advertir de que "no será sencillo encontrar en la política nacional presente o pasada otro presidente tan sensible al autonomismo, a la importancia de las lenguas cooficiales y a las particularidades territoriales" como él.

"Creo que debo afirmar ante ustedes que soy un presidente de fiar. Jamás les diré que sí a todo, pero no tengo ninguna duda de que a Cataluña y al País Vasco les vendría bien un presidente del Gobierno que no vaya a engañar a sus ciudadanos. Porque ¿qué les hace pensar que todo lo que hoy se usa para satisfacer sus exigencias no se utilizará contra ustedes cuando ya no les necesiten? -avisó- Háganme caso. Un Estado garantista es mejor hasta para ustedes".

En su advertencia hubo además un mensaje específico para el PNV, la formación a la que con más ahínco, y en balde, ha tratado de convencer para que le respalde, y para Junts con quien, pese a su discurso, y para enojo de Vox mostró disposición a hablar. De ambas fuerzas les separa lo identitario pero con ambas tiene coincidencias ideológicas. "A mí no me han votado para entregarles la autodeterminación o la amnistía. ¿Les han votado a ustedes para que se aplique la política económica de Podemos? ¿En serio?", les interpeló.

Liderazgo interno

Si algo ha intentado el PSOE en las últimas semanas - este martes volvió a hacerlo desde la tribuna el diputado socialista en el que Sánchez delegó la réplica, Óscar Puente- es vincular la incapacidad de Alberto Feijóo de hacer realidad el sueño de volver a situar al PP al frente del Gobierno con la erosión de su liderazgo interno. Ese también fue un mensaje que todo el partido se confabuló para combatir y, no por causalidad, el presidente del PP comenzó su intervención saludando a todos los miembros de su formación con poder institucional presentes en la tribuna de invitados, el presidente del Senado, Pedro Rollán; el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, o hasta doce de sus trece presidentes autonómicos.

Bajo la mirada y el apoyo explícito, al menos de momento, de los suyos -incluida la misma Isabel Díaz Ayuso que hace unas semanas tildó de "bisoños" sus intentos de negociar con el PSOE, Feijóo también argumentó que los problemas que tiene el país poco tienen que ver con la amnistía y la autodeterminación y, cultivando su antiguo aura de político moderado y poco sectario -sin citarlo expresametne dejó en el aire la ya consabida anécdota de que en 1982 votó a Felipe González- reiteró una y otra vez que el entendimiento entre los dos grandes partidos es preciso y que hay que mantener el espíritu de la Transición. La misma Transición, a la que (no se resistió) apelan ahora históricos socialistas en guardia ante las cesiones al secesionismo . "Aquellos que claman contra la deriva actual de su partido no son nostálgicos de un tiempo perdido para siempre. No idealizan el pasado, sino que se sienten orgullosos -dijo- de la democracia que construimos entre todos".

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