Miles de banderas por "la igualdad" y la Constitución como ariete contra el PSOE
Identifica la coyuntura como una emergencia nacional, convencido de tener detrás una mayoría y decidido a entorpecer la reelección de Sánchez
"¿Que por qué he venido? Porque estoy hasta aquí. Usted ya me entiende". La militante del PP, mediana edad y banderas remedando un pañuelo al cuello, hace un gesto inconfundible para ilustrar hasta dónde está del Gobierno de Pedro Sánchez y de la posibilidad de que pacte con Carles Puigdemont la amnistía para asegurarse la investidura. A la España que se declara "hasta aquí", a la del "de ninguna manera" que ha acuñado Isabel Díaz Ayuso a modo de lema coreado en la avenida de Felipe II por los suyos casi como un estribillo musical, se dirigió ayer, día de sol y sombra en Madrid, un PP volcado en demostrar unidad y, sobre todo, músculo político ante la investidura de Alberto Núñez Feijóo que se prevé fallida.
Un país que mayoritariamente, según el diagnóstico de los populares, ni comprende ni comparte que se exonere a un prófugo de la justicia y al resto de los responsables de la intentona separatista de 2017. Y al que se dirigieron desde "la capital de la nación" con un cuádruple mensaje lanzado a modo de misil argumentativo contra la línea de flotación del PSOE: la amnistía va contra la democracia constitucional del 78; las promesas de los socialistas carecen ya de credibilidad porque "todo lo que decían que no harían, lo han hecho", en palabras del expresidente Aznar; el inquilino de la Moncloa no está respaldado por una mayoría electoral ni esa mayoría merece el calificativo de "progresista" porque, en realidad, va a beneficiar a "la élite" secesionista catalana; y el 'leit motiv' del macromitin: que hacer borrón y cuenta nueva del 'procés' es tanto como "condenar" a aquellos que se opusieron -servidores públicos y ciudadanos, esta vez en boca de Mariano Rajoy- y renunciar a "la igualdad entre españoles".
"Igualdad, libertad y dignidad", clamó Feijóo al terminar su intervención entre gritos de 'presidente'. Los populares están persuadidos de que la exhibición de fuerza, con un mar de banderas españolas y sin que se rompiera un plato -los de las sensibilidades internas- en el escenario, confiere significado a la investidura que su líder parece condenado a perder. "Es una buena pista de salida para el martes", subrayaba un dirigente del partido ante una investidura en el Congreso que Feijóo debe preñar de contenido para espantar la sombra de una nueva desmoralización entre los suyos tras la corta victoria del 23-J.
Otras elecciones
La agitación popular en paralelo a las instituciones siempre constituye un arma de doble filo, singularmente para los partidos de poder. En este caso, arropar una investidura que será frustrante, salvo sorpresa mayúscula, implica tanto como erosionar el intento de Sánchez por conseguir la suya apoyándose en el independentismo que no se arrepiente del 'procés'. El objetivo es estrechar al límite el margen político y social del líder del PSOE, aunque la expectativa de Génova de unas nuevas elecciones se sitúa más en el gen desestabilizador de Puigdemont que en que el presidente no acabe cediendo.
Mientras los socialistas desdeñan la movilización de sus oponentes, entroncándolas con otras del pasado que habrían terminado en agua de borrajas, los populares martillean donde interpretan que más duele: la alusión a la desigualdad y la ilegalidad que supondría primar a quienes incumplieron con el Estado de derecho entronca con lo que avisan -a la dirección de Sánchez pero también a las bases de su partido- los históricos opuestos a la amnistía.
Este domingo, Feijóo y los suyos se aliviaron su propia pena. No les llegan los escaños para la investidura. Pero el mensaje es 'resistiremos' y que nos juzgue la historia... o las urnas si vuelven a colocarse en enero. «Los políticos pasamos, pero somos lo que hicimos. Allá Pedro Sánchez», remató el jefe de filas del PP.
