Las sequías amenazan el futuro de España

El 75% de la población podría verse sometida a falta de agua si no se cambia el modelo hídrico del país.

Santa Olalla, la laguna permanente más grande de Doñana, se ha secado por completo
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Desde 2022, la palabra sequía es un término muy común en periódicos, telediarios y en conversaciones de bar. Un concepto que no es desconocido para la población. "Este fenómeno natural cíclico se registra en todos los países bañados por el Mediterráneo, tanto en su vertiente europea como en el norte de África", explica Emilio Camacho, catedrático de Ingeniería Hidráulica y director de departamento en la Universidad de Córdoba. "Lo que pasa es que ahora no son cada siete años", apunta Enrique Cabrera, catedrático de mecánica de fluidos en la Universidad Politécnica de Valencia y vicepresidente de la Asociación Internacional del Agua (IWA por sus siglas en inglés). "Son más frecuentes y duraderas", apostilla.

En los últimos meses, la imagen del agua en España son suelos resquebrajados por falta de humedad, antiguos pueblos inundados por los pantanos asomando por encima del nivel y restricciones al consumo del líquido elemento en más de 600 localidades. "Las perspectivas no son muy favorables", señala Jorge Olcina, catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante.

La causa inicial de toda sequía es la escasez de precipitaciones, también llamada sequía meteorológica, que deriva en una insuficiencia de recursos hídricos necesarios para abastecer la demanda existente, es decir sequía hidrológica. A estos dos términos se le suman la agrícola, que es el déficit de humedad en el suelo para satisfacer las necesidades de los cultivos, y la socioeconómica, que es la escasez de agua que afecta a las personas y a la actividad económica. "Ahora mismo tenemos los cuatro", revela Camacho.

"Esto es algo que ha ocurrido a lo largo de nuestra historia", destaca, "solo que en esta ocasión el patrón de precipitaciones está cambiando y ya no llueve como antes", explica.

Los registros de la Agencia Estatal de Meteorología revelan cuatro años seguidos de precipitaciones anuales por debajo de la media, a lo que se le suman registros históricos de temperatura. "Las aportaciones a los embalses desde 2013 han caído", cuenta Olcina.

A pesar de que algunas zonas de la península ibérica están en "sequía prolongada" desde finales de 2022, "la situación no es tan alarmante como en 1995", tranquilizan estos expertos.

En aquella época, tras varios ejercicios sin precipitaciones dentro de la normalidad, los embalses apenas albergaban 15.000 hectómetros cúbicos de agua, el mínimo embalsado en el último medio siglo.

A pesar de la recuperación desde aquel mínimo a mitad de los 90, durante la segunda mitad del siglo XX, Greenpeace ha detectado ya una reducción de entre el 10% y el 20% de los recursos hídricos disponibles en muchas cuencas peninsulares. "El futuro apunta a una situación en la que habrá menos agua en los embalses, en los ríos y en los acuíferos" , destaca Alberto Garrido, director del Observatorio del Agua de la Fundación Botín. Sin embargo, "habrá agua para la ciudadanía", responde.

El historial de sequías sufridas en la península "nos ha hecho gestionar mejor estas situaciones", apunta. "En la del 95 aprendimos una traumática lección e hicimos los Planes Especiales de Sequía, los PES. Ahora toca una tercera revisión". La última modificación de estos instrumentos de gestión tuvo lugar en diciembre de 2018 y tras la aprobación de los planes hidrológicos de cada demarcación para el periodo 2022-2027, corresponde ahora ajustar los PES a dichos planes que constituyen su marco de referencia.

Reutilizar el agua

Las voces de los expertos piden ir más allá. "Debemos cambiar nuestro modelo de gestión", añade Olcina. "Tenemos un presupuesto de agua limitado y hay que saberlo gestionar bien", responde Cabrera. "Es como los Presupuestos Generales del Estado, todos tenemos claro que si no tenemos dinero, no podemos gastar más", señala. Los últimos datos del Ministerio de Transición Ecológica del año 2021 lo remarcan: de cada 100 litros, 80 son destinados a la agricultura, al regadío. Para abastecimiento, para ducharse o beber, el 15%. La industria se llevó un 3%. "Quizá tenemos que pensar que no hay agua para todos los usos que tenemos actualmente", plantea Cabrera.

El Centro de Estudios Hidrográficos del Cedex (2017) estima que los recursos hídricos disponibles en las diferentes cuencas hidrográficas se reducirán entre un 3% y un 7% de aquí a 2040, y un estudio de WWF traslada una imagen de la Europa de 2050 donde el 17% de la población corre un alto riesgo de escasez hídrica. España, junto a Grecia, será uno de los países que tendrán el mayor riesgo de sufrir estrés hídrico. La proyección de la oenegé ecologista es que el 75% de la población tendrá difícil acceso al agua en 2050. "Hay que cambiar el chip", añade Olcina. "Si no hacemos los deberes ahora sufriremos en el futuro y eso pasa por cambiar el esquema nacional de agua".

De todo lo que se consume, solo se reutiliza el 10%. La reutilización es ya una herramienta más en la planificación hídrica del país y los más de 400 hectómetros cúbicos al año de agua residual tratada se usan para el riego agrícola, el de parques y jardines o el baldeo de calles. "La tecnología ya permite incluso que nos la bebamos, lo que puede ser una solución a futuro", apunta el catedrático Olcina.

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