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La llave de Carles Puigdemont: razones (y contradicciones) de JxCat para investir o no a Pedro Sánchez

El partido del expresidente de la Generalitat de Cataluña ha obtenido siete votos en el Congreso tras los comicios generales.

Foto de archivo del expresidente de la Generalitat catalana Carles Puigdemont
Foto de archivo del expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont
GUGLIELMO MANGIAPANE

¿Qué incentivos puede tener el partido del expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont para ceder sus siete votos en el Congreso a Pedro Sánchez para que vuelva a ser investido presidente del Gobierno? ¿Por qué puede tener la tentación de bloquear la investidura y forzar una repetición electoral?

Estos son los pétalos de la margarita que deberá deshojar JxCat:

A favor: oportunidad para recuperar influencia

Un argumento a favor del acuerdo con Sánchez es la oportunidad de oro que se le presenta para recuperar la capacidad de influencia que antaño tuvo CiU en Madrid y que en los últimos tiempos había ejercido ERC, mientras JxCat, aritméticamente irrelevante, se limitaba a ridiculizar los frutos negociadores de los republicanos.

El sector más posibilista de JxCat está deseando hacer uso de la llave que le han dado las urnas, para trenzar un acuerdo a un precio elevado pero asumible, que sitúe en la centralidad a un partido cada vez más desdibujado y sin apenas poder institucional.

En contra: mantener la coherencia

"Pedro Sánchez no será presidente con los votos de Junts": con estas fulminantes palabras, en una entrevista con el diario 'Ara' en plena campaña, Puigdemont parecía cerrar la puerta a un acuerdo.

No todos en Junts recibieron con agrado la contundencia de esa afirmación, que si se toma en su literalidad les deja un margen casi nulo para negociar la investidura si quieren mantener la coherencia, aunque ni siquiera un perfil tan poco proclive a hacer concesiones a los socialistas como la cabeza de cartel en las elecciones generales, Miriam Nogueras, llegó tan lejos en sus discursos.

A favor: palanca para lograr avances en la carpeta nacional

Amnistía y autodeterminación es el precio que ha puesto JxCat a Sánchez, unos objetivos imposibles de alcanzar si han de traducirse en una ley de amnistía y un referéndum que los socialistas ya han descartado, por no verles encaje constitucional.

Sin embargo, la fuerza negociadora de JxCat puede permitirle poner sobre la mesa avances que en el pasado no fue capaz de arañar -en 2020, presionó sin éxito para añadir un "mediador" o "relator" a la mesa de diálogo- y explorar vías para obtener unos efectos similares a los de una amnistía, proceso en el que un abogado como Jaume Asens, interlocutor designado por Sumar, puede aportar ideas.

En contra: presión del independentismo irreductible

Uno de los flancos que más presionan para bloquear la investidura es el del independentismo irreductible, representado por una ANC que está gestando un cuarto espacio soberanista -además de ERC, JxCat y CUP- al que podría sumarse la eurodiputada de Junts Clara Ponsatí, e incluso por un quinto espacio en ciernes, el que está forjando la extrema derecha independentista de la alcaldesa de Ripoll (Girona), Sílvia Orriols, que podría dar el salto al Parlament.

Si JxCat acabase pactando con Sánchez sin obtener amnistía y referéndum a cambio, podría perder el áurea de firmeza insobornable que ha cultivado en las últimas legislaturas en Madrid, lo que sería aprovechado por los sectores más radicales para intentar arrebatarle la bandera del independentismo que no se dedica a "salvar" España.

A favor: la utilidad de votar a JxCat

Miriam Nogueras arrancó la campaña del 23-J prometiendo que JxCat en Madrid no hará de "palanganero", con el lema 'Ya basta' (Ja n'hi ha prou) y el compromiso de que su voto servirá para "cambiarlo todo", pero si su 'no' a Sánchez envía a España a una repetición electoral, ¿de qué podrá decir que habrá servido su voto?

El 23-J, Junts perdió cerca de 140.000 votos con respecto a 2019, fue quinta fuerza en Cataluña, y ante una nueva contienda electoral, si demostrase que no es capaz de cosechar ningún fruto tangible pese a su poder negociador, la sangría de votos podría ser aún mayor.

En contra: la tentación del "cuanto peor, mejor"

Hay sectores independentistas que consideran que un Gobierno de PSOE y Sumar no permite ningún avance real hacia la independencia y, encima, desmoviliza aún más al soberanismo con su "agenda del reencuentro", por lo que siente la tentación de enfrentarse a un Gobierno PP-Vox que 'desperece' a los catalanes.

A diferencia de ERC, dispuesta a utilizar sus votos para evitar un "Gobierno de la derecha y la extrema derecha", JxCat insiste en que no teme una repetición electoral e incluso equipara las políticas hacia Cataluña de PSOE y PP.

Dos amenazas, un reto y una prioridad

Entre esta concatenación de argumentos contradictorios a favor y en contra de votar la investidura de Sánchez, JxCat afronta dos amenazas, un reto y una prioridad. La primera amenaza son las tensiones internas que puede experimentar si la decisión que tome deja insatisfecho a uno de sus dos sectores, pragmáticos y maximalistas, que libran una guerra soterrada por controlar el rumbo del partido.

La espada de Damocles judicial que pende sobre Puigdemont es la segunda amenaza: tras ver retirada su inmunidad parlamentaria como eurodiputado, el expresidente catalán -que no quiere buscarse una "solución personal"- negociará con un Estado que lo necesita para desencallar la investidura pero que puede ordenar su detención.

El reto consiste en aprovechar lo que el secretario general de JxCat, Jordi Turull, definió como una "ventana de oportunidad" para recoser la unidad independentista: hay conversaciones con ERC para intentar construir un frente común negociador, que podría ir acompañado de un espacio de consenso estratégico -el "Estado Mayor" del procés que Junts anhelaba restaurar- y, como contrapartida, alguna fórmula para dar estabilidad al Govern de Pere Aragonès. Pero la prioridad de JxCat no es reordenar la política española, sino prepararse para las próximas elecciones catalanas, donde aspira a recuperar la hegemonía independentista por delante de ERC, por lo que todos sus movimientos se verán condicionados por unos comicios que, si Aragonès no adelanta el calendario, se celebrarán en 2025.

¿Hay partido?

¿Hay o no opciones de que JxCat invista a Sánchez? "Es pronto para decirlo. Estamos aún en una fase muy preliminar", dicen fuentes de Junts consultadas por EFE, aunque no descartan nada.

En ERC ya han empezado a analizar escenarios con JxCat y, si bien son conscientes de que el sector más intransigente no lo pondrá fácil, no ven imposible un pacto: "Nos han hecho llegar señales de que quieren explorar un acuerdo", aseguran fuentes republicanas.

Este fin de semana, Puigdemont ha dado una pista de que, aunque el margen es estrecho, puede haber partido: avisó de que no aceptará ni "presiones" ni "chantaje", pero, en lugar de reiterar que JxCat no investirá a Sánchez, se limitó a recetar "prudencia" y "discreción". 

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