La violencia de género en mujeres migrantes: no denunciar por miedo a ser expulsadas

'Proyecto Semilla' está desarrollado por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y el Ministerio de Inclusión y Migraciones.

Los lectores de HERALDO opinan mayoritariamente que las medidas del Gobierno no son suficientes.
Violencia de género en mujeres.
K.U.

El miedo a ser expulsadas frena las denuncias de las mujeres migrantes víctimas de maltrato que llegan a España, una realidad que se vive en los centros de acogida de refugiados donde se ha puesto en marcha un proyecto para implementar el protocolo de actuación sobre violencia de género.

Se trata del 'Proyecto Semilla' desarrollado por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y el Ministerio de Inclusión y Migraciones para garantizar una aplicación efectiva del protocolo de actuación ante la violencia machista en el sistema de acogida de protección internacional, y que ahora se va a ampliar a los centros de atención humanitaria.

"Ha sido un trabajo conjunto, se ha escuchado a las solicitantes de asilo para mejorar la prevención, asistencia, protección y reforzar su acceso a mecanismos seguros de denuncia. Se trata de caminar todos en la misma dirección: tolerancia cero con la violencia machista", según explica Eva Menéndez, especialista en temas de género de Acnur España.

Una de cada tres víctimas asesinadas por violencia de género en España es extranjera, sin embargo las mujeres migrantes sólo representan el 5,8 % del total de población. Desde 2003, 1.204 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas en España y, de ellas, 399 eran extranjeras.

El año pasado llegaron de forma irregular a España más de 31.000 personas por vía marítima y terrestre, de las que un 11% eran mujeres y un 14% niños y niñas, muchas de ellas huyendo de matrimonios forzosos, violencia de género o en el ámbito familiar, violencia sexual, trata de seres humanos y de la mutilación genital femenina.

En este contexto, indica Menéndez, el proyecto Semilla nace de la necesidad de desarrollar un marco de aplicación del protocolo -existente desde 2021- para todas las entidades que gestionan las plazas de acogida. En el primer semestre del año pasado, se detectaron al menos 90 mujeres víctimas de violencia de género.

El testimonio de las víctimas ha resultado fundamental para el grupo de trabajo que ha elaborado las herramientas y el material que se han puesto al servicio de las propias personas solicitantes de asilo y de los profesionales que trabajan en los centros.

Madison es una de ellas. Llegó a Almería en noviembre de 2021 huyendo de la situación política de Venezuela y harta de que no la respetaran por formar parte del colectivo LGTBI. Geógrafa de formación, trabajaba como personal civil en el Ejército, donde sufrió situaciones de acoso de las que no fue consciente hasta que llegó a España, según relata.

Lo hizo en el centro de acogida que gestiona Cruz Roja en Roquetas de Mar (Almería) en el que le asignaron una plaza de protección internacional. Era una de las únicas cinco mujeres que había en el centro donde el principal perfil era el de hombre joven subsahariano "con unas identidades culturales muy distintas" a la venezolana.

"Yo me juntaba con ellos, pero muchos malinterpretaban el hecho de que yo fuera simpática y amable, creían que estaba interesada, hasta que un día intentó agarrarme en un ascensor, darme un beso y hasta tener sexo. Reaccioné, aunque pudo haber pasado cualquier otra cosa", recuerda la joven, que asegura que ya lo ha superado pero que entonces le hizo aislarse dentro del propio centro.

Madison compartía alojamiento con otras víctimas de violencia de género que no denunciaban su situación porque "tenían muchísimo miedo" de ser expulsadas: "asumí el papel de denunciar estas situaciones porque soy una mujer soltera y tengo poco que perder en comparación con alguien que tiene unos hijos y no quiere que le echen a la calle", añade.

Esas situaciones de violencia, los casos detectados o las medidas que se estaban adoptando son algunas de las cuestiones que Madison ha trasladado al grupo de trabajo después de que el personal de Acnur visitara el centro de Roquetas y la invitara a participar en el proyecto.

"Comienzan a abrirse puertas, nos han facilitado un espacio por si necesitamos apoyo emocional y presencial de otras mujeres, nos han dado la oportunidad de hacer actividades de autocuidado. Ha sido poco a poco, ha sido una lucha, una reclamación, pero se están logrando cosas y me llena de orgullo", admite esta joven que está realizando estudios de doctorado sobre migración y género.

Con el proyecto Semilla se ha elaborado una veintena de herramientas que complementan el protocolo de actuación frente a la violencia de género.

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