Ciudadanos afronta sin apenas músculo su último cisma interno y la OPA del PP

La pugna entre Edmundo Bal e Inés Arrimadas agrava la incertidumbre sobre la refundación de un partido en agonía.

Edmundo Bal e Inés Arrimadas
Edmundo Bal e Inés Arrimadas
Efe

La incógnita sobre la supervivencia o no de Ciudadanos no podrá resolverse hasta después del ciclo electoral del próximo año en el que se consumarán tanto los comicios autonómicos y locales como las generales. Pero hasta entonces son muchas las incógnitas que deben despejarse en el seno de la formación naranja. La primera y ahora más importante, quién se hará con las riendas del partido y concurrirá como candidato a la Presidencia del Gobierno.

El portavoz adjunto en el Congreso y vicesecretario general de la formación, Edmundo Bal, confirmó el viernes lo que desde hacía días se intuía entre los liberales: concurrirá a las primarias y se enfrentará, presumiblemente, a la actual presidenta, Inés Arrimadas, abocada batallar para reeditar su mandato o a dejar vía libre al que ha sido su número dos a lo largo de una legislatura que ha situado al proyecto fundado por Albert Rivera al borde de la extinción.

La pugna se dirimirá en esas primarias cuya celebración tendrá lugar los próximos 9 y 10 de enero. Y para vaticinar quien resultará vencedor de semejante cisma, todas las miradas se centran en el único valor político de primera línea que le queda a Cs: la vicealcaldesa madrileña Begoña Villacís, cuya figura se antoja indispensable a la hora de dibujar el futuro a corto plazo de un partido que poco se asemeja al que en 2019 irrumpió con fuerza en la mayoría de territorios.

Hasta ahora la política madrileña ha negado varias veces que vaya a sumarse al goteo de correligionarios que se han ido pasando a las listas del PP, con quien ella gobierna desde 2019; pero tampoco ha dado síntomas de congeniar con la opción de que Bal asuma el mando. La propia Villacís quiso trasladar el viernes, junto a Arrimadas y Bal, una imagen de unidad durante una cena de navidad con compañeros de partido, pero la realidad es que la frialdad -solo horas después de anuncio del portavoz parlamentario- fue más que palpable.

Magras expectativas

A la elección del nuevo líder le sucederá una asamblea general extraordinaria el 13, 14 y 15 de enero. Esta supondrá el colofón al proceso de refundación iniciado en julio. Arrimadas anunció entonces que la idea era cuestionarlo todo: el proyecto, la marca y su propio liderazgo. Pero el ruido generado cinco meses después por las disensiones internas y el creciente enfado con la aún presidenta han emborronado las expectativas generadas. Todo, en medio del declive político.

Los liberales han sufrido una debacle en los territorios donde se han ido adelantando las elecciones. El primero fue Cataluña, donde pasó de ser la fuerza más votada en 2017 a la séptima -y residual- en 2021. Más dramático incluso fue lo de Madrid, donde de pasó de 26 diputados a quedarse sin representación. En Castilla y León, por su parte, los liberales solo consiguieron mantener el escaño que ocupa Francisco Igea de los 12 cosechados en 2019. El procurador castellanoleonés, otra de las pocas voces con relevancia que le restan a Cs, se opuso, junto a Bal, a la propuesta que Arrimadas llevó a la ejecutiva para establecer una bicefalia.

En Andalucía los naranjas también formaban parte del Ejecutivo, pero el 19-J perdieron los 21 diputados obtenidos en 2018, barridos por la mayoría absoluta del popular Juanma Moreno. Y allá donde el resultado de hace cuatro años sigue vigente, el panorama es igual de desolador ante las pobres expectativas electorales. En Murcia, tres de los seis diputados son díscolos para la dirección nacional; en Aragón mantienen doce procuradores; cuatro en Castilla y La Mancha; cinco en Asturias; cuatro en La Rioja; tres en Cantabria; siete en Extremadura; dos en Canarias; y cinco en Baleares.

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