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  • Esperanza Pamplona

Los finales que empiezan

Macron, Sholz y Draghi visitan Ucrania
Macron, en una imagen de archivo.
Agencias

Emmanuel Macron tiene tendencia a la teatralización. Es un seductor oportunista al que le gusta hacerse fotografías como si fuera un modelo y cultivar una imagen de líder mundial. Y esta semana ha lanzado un mensaje de esos pensados para pasar a la Historia. El hombre llegó de sus vacaciones en la Costa Azul y dijo: “Vivimos tiempos de gran convulsión”. Y a continuación anunció “el fin de la abundancia”, refiriéndose a los recursos y el agua; “el fin de las evidencias”, en alusión a la democracia y los derechos humanos ante el auge de los discursos autoritarios; y “el fin de la despreocupación”, porque ya nada se puede dar por sentado, ni siquiera la paz.

Lástima que esta vez lo suyo no sea puro teatro, que diría La Lupe. Tras un verano de olas de calor devastadoras, fuego, guerra, amenazas energéticas, inflación, recesión y la sombra de una posible hambruna parece que "el otoño complicado" se queda corto. Lambán no posa como Macron pero también va prologando tiempos difíciles.

Desde que comenzó la pandemia, una tiene la sensación de que nos van anunciando el fin del mundo en cómodos plazos. Como para que nos resignemos sin enfadarnos, sin asustarnos demasiado. Hemos visto tantas películas de catástrofes que quizá damos por sentado que al final todo acabará bien. O es que ya nos somos capaces de distinguir ficción y realidad, y no es de extrañar.

Visto lo visto, habrá que empezar a buscar hueco en el metaverso. Ahí, de momento, las siete plagas no han comenzado.

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