españoles evacuados de ucrania

“Dame a mí el kalashnikov pero deja a mi hijo salir de Ucrania, es todavía un niño"

Un centenar de españoles y descendientes llegan a Madrid en el avión fletado por Exteriores y relatan el horror de la guerra tras la invasión militar decretada por Putin de su vecino del sur.

José Antonio, natural de Murcia, narra la odisea de su familia a su llegada a Madrid Barajas.
José Antonio, natural de Murcia, narra la odisea de su familia a su llegada a Madrid Barajas.
Emilio Naranjo/EFE

“Dame a mí el Kalashnikov, pero deja que mi hijo salga de Ucrania, es todavía un niño”. José Antonio, natural de Murcia, narra con lágrimas en los ojos cómo un sargento del ejército ucraniano quería retener a su hijo Nikita, con 18 años recién cumplidos, antes de cruzar la frontera con Polonia aplicando la ley marcial decretada por el presidente Volodímir Zelenski, que obliga a quedarse a combatir en la resistencia contra la invasión rusa a todos los ucranianos que sean mayores de edad y menores de 65 años.

Afortunadamente, “no sé si el sargento se apiadó de nosotros porque era buena persona y gracias también a la embajada de España en Kiev”, pero José Antonio, su hijo Nikita y su mujer Marina, ingeniera informática, ambos con la doble nacionalidad española y ucraniana, se encuentran entre los 106 españoles residentes en Ucrania que han llegado la mañana de este lunes a Madrid en un avión fletado por el Ministerio de Asuntos Exteriores.

El vuelo procedente de Cracovia (Polonia) con los 106 españoles evacuados de Ucrania aterrizaba a primera hora de este lunes en el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas y allí les esperaba el ministro de Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares. “Es un día de gran alivio”, aseguraba Albares por poder traer a casa a más de un centenar de personas desde Ucrania, pero el jefe de la diplomacia española, tras conversar con algunos de los repatriados, lamentaba los “casos de dolor y humanos que quedan atrás”, de cerca de 100 españoles que han decidido quedarse en Ucrania.

Por eso, la embajadora española en aquel país, Silvia Cortés, el cónsul de España en Ucrania y el equipo del GEO desplazado se han quedado en la frontera con Polonia con el fin de seguir dando asistencia al centenar de españoles que han decidido permanecer en Ucrania, muchos de ellos con doble nacionalidad o casados con ucranianos. 

“No les vamos a abandonar y les pedimos que sigan en contacto con nosotros, con los teléfonos de emergencia consular que hemos puesto a su disposición”, ha dicho el ministro, quien ha señalado que el Ministerio también ha reforzado todas las embajadas de los países fronterizos, especialmente Polonia, y que está en disposición de reforzar el resto de las embajadas “con lo que sea necesario”.

"Tenía comprados los billetes de avión para volver desde Kiev, donde mi mujer tiene, tenía porque está destruido, un piso precioso, pero estalló la guerra y tuve que llamar a la embajada. Y menos mal"

El ministro ha insistido en el interés de la UE por apoyar al Gobierno ucraniano y ha elogiado “la valentía, la dignidad y el coraje con que resiste no solo el Gobierno sino todo el pueblo de Ucrania”. “Les va a costar mucho a los rusos acabar con la resistencia del pueblo ucraniano”, aseveraba José Antonio, el murciano que aterrizaba este lunes en Madrid. “Combaten niños de apenas doce o catorce años, haciendo cócteles molotov y con instrucciones para quemar tanques... Es una resistencia de guerrillas como la de los españoles a principios del siglo XIX con la invasión de las tropas de Napoleón”.

Y ello pese a la amenaza nuclear que activó este domingo, al menos de palabra, Vladimir Putin. “Espero que sean solo palabras palabras. No hay que angustiar innecesariamente”, reflexionaba Albares. “Por el momento es una guerra total, pero convencional y circunscrita a las fronteras de Ucrania, por lo tanto dentro de la irracionalidad absoluta que ha mostrado Putin desde el primer momento… esperemos que solo se trate de palabras”, ha sentenciado.

Alivio y tristeza en el aeropuerto de Madrid: "Ha sido traumático"

Volviendo a la historia de José Antonio, licenciado en Relaciones Internacionales, pero que trabaja como diseñador de muebles -“la política internacional es una porquería como se está demostrando”-, se casó hace siete años con una ciudadana ucraniana y ambos residen en Murcia, pero hace unas semanas la esposa de José Antonio y su hijo Nikita volvieron a Kiev por el fallecimiento de la madre de ella.

“Cuando comenzaron a sonar tambores de guerra no lo dudé y me fui para allá para traerlos de vuelta a España. Incluso tenía comprados los billetes de avión para volver desde Kiev, donde mi mujer tiene, tenía porque está destruido, un piso precioso, pero estalló la guerra y tuve que llamar a la embajada. Y menos mal”, explica, “porque la embajada y el consulado español están haciendo un trabajo excelente y gracias a ellos estamos aquí”.

José Antonio narra cómo, cuando el convoy con los españoles se iba a acercando a la frontera con Polonia, él pensaba: “no sé si podremos pasar porque mi hijo tiene dieciocho años recién cumplidos y le van a reclutar y si eso pasa mi mujer y yo nos quedamos aquí con él”. Y así fue, cuando el pasaporte de Nikita “pasó por la máquina en la frontera saltó la alarma y un sargento del ejército ucraniano armado hasta los dientes le hizo bajar del coche y le dijo que le daría un kalashnikov y a luchar”. Y ahí fue cuando José Antonio le dijo al militar que le diese a él el fusil, pero que dejara partir a su hijo, “porque no deja de ser un chiquillo todavía”. Entonces, “entre la ayuda de la embajadora y el cónsul y que el militar tendría su corazoncito, nos empezó a chillar: ‘¡Venga, subiros rápido a los autobuses y marcharos de aquí!”.

"Ha sido horrible y hemos pasado mucho miedo. Escuchábamos las bombas caer. Luego hemos estado con el coche dando vueltas por carreteras que eran de arena hasta llegar a la frontera con Polonia"

Ni José Antonio ni su esposa quisieron que su hijo Nikita hablara con los periodistas en Madrid porque por el hecho de tener doble nacionalidad, les da miedo que sea reconocido si tras la guerra vuelve a Ucrania. "Si lo reconocen es hombre muerto". Y José Antonio termina haciendo un alegato contra las guerras, “¡qué sinsentido!”, que dejan, como ésta, por ejemplo, “más de 400 o 500 niños ucranianos solos en la frontera con Polonia, esperando que alguien les ayude a pasar la frontera y huir de la guerra”.

"Ha sido horrible y hemos pasado mucho miedo. Escuchábamos las bombas caer. Luego hemos estado con el coche dando vueltas por carreteras que eran de arena hasta llegar a la frontera con Polonia y hemos tardado casi dos días en hacer 700 kilómetros y posteriormente cinco horas en pasar la frontera, aunque allí hay personas que llevan cinco días para hacerlo", asegura Marina, una de las españolas que ha escapado de la guerra en Ucrania.

Los 106 españoles que llegaban esta madrugada a Madrid, a las 6.00, venían con los ojos enrojecidos por la falta de sueño, mucho cansancio y “mucho temor, pero ya aliviados por estar en casa”... con pequeñas maletas y mochilas. Ligeros de equipaje. Un grupo de cuatro monjas que prestaban asistencia religiosa en Kiev o un matrimonio joven de Málaga, Antonio y María, con un bebé de apenas cinco días que ha nacido por gestación subrogada “entre las bombas en Kiev”. Mientras contaba esto, su hija mayor, de apenas cinco años, estiraba del pantalón de su padre y llorando le decía: “papá, quiero irme ya a casa”. La situación se empezó a complicar en Kiev pocas horas después del nacimiento del bebé y desde la embajada les dijeron “que cogiéramos lo imprescindible, que lleváramos máximo 10 kilos por persona y que nos fuéramos corriendo”, dice Antonio, quien aseguraba que “le diremos a nuestra hija que sobrevivió a una guerra”.

"Nosotros solos no podemos defendernos. Pido a los países europeos y a Estados Unidos que nos ayuden, por favor"

Yulia, ucraniana de 30 años y con novio español, tenía pensado mudarse a España antes de que comenzara la guerra. “Nunca hubiera pensado que acabaría viniendo por una cosa así”, lamenta la joven, quien reclama apoyo para su país por parte de toda la comunidad internacional. “Estamos siendo atacados por el país más grande del mundo. Nosotros solos no podemos defendernos. Pido a los países europeos y a Estados Unidos que nos ayuden, por favor, Necesitamos su ayuda para defendernos de esta agresión decidida por un loco como Putin”.

Entre los repatriados también se encuentra la historia de unos novios que han tenido que suspender su boda. El padre de la novia, valenciano, ha contado a los medios de comunicación que lo han tenido que dejar todo allí, “su esmoquin, el traje de novia colgado de la puerta...” O Roger Carles, barcelonés de 30 años, y su esposa Victoria, de nacionalidad ucraniana y embarazada de siete meses. Ellos han dejado allí, en Kiev, a la madre de Victoria, con quién vivían desde hace tres años. La pareja esperará ya la llegada de su pequeña en Barcelona, en casa de los padres de Roger. “Lo peor ahora es cómo se queda la familia de Victoria. Estamos muy preocupados por ellos”, dice Roger. “No sé si volveré a ver a mi madre...”, decía angustiada Victoria. “Espero que sí y que pueda conocer a su nieta”.

El donostiarra Gorka Barrigón, como el resto de españoles repatriados, llegaba a Madrid tras tres días de duro viaje con su hijo David, de cuatro años, y todavía “nos queda coger un autobús, un tren o algo, para llegar a Donosti”. Gorka lleva seis años en Ucrania y trabaja en una empresa tecnológica. Su mujer, ucraniana, se ha quedado en la frontera con Polonia ayudando a otros refugiados que huyen del país invadido por las tropas rusas de Vladimir Putin, y él mismo espera regresar ya enseguida a ayudar en esas mismas tareas junto a su esposa tras dejar al pequeño David con sus abuelos en Guipúzcoa. “Nunca pensé que una guerra pudiera cambiarme así la vida. Todo parecía tranquilo, se oían cosas, pero no pensamos que la guerra iba a estallar. Todo estaba tranquilo y, de repente, cambió todo. De estar en los bares tomándote una cerveza a vivir con el ruido ensordecedor e inquietante de las sirenas antiaéreas y en medio de las bombas en apenas un par de horas”. Es la guerra iniciada por la Rusia de Vladimir Putin.

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