Una recepción marcada por el "buen rollo" y el ambiente "distendido"

Después de que el pasado año se suspendiera por la pandemia, la recepción de los reyes en el Palacio Real ha vuelto reunir a cargos institucionales y líderes políticos.

El Rey saluda a Sánchez antes del desfile
El Rey saluda a Sánchez antes del desfile.
Efe

Después de que el pasado año se suspendiera por la pandemia, la recepción de los reyes en el Palacio Real ha vuelto reunir a cargos institucionales y líderes políticos, en una cita marcada por el "buen rollo" y un ambiente "distendido" en el que los temas políticos han quedado en un segundo plano.

Como era habitual, el comedor de gala del palacio ha sido el punto de encuentro de los invitados tras el besamanos con don Felipe y doña Letizia en el Salón del Trono por la Fiesta Nacional.

Si hace dos años fueron 1.300 los asistentes a la cita con los reyes, esta vez han sido apenas 150 por las restricciones sanitarias, que han obligado a suprimir el cóctel.

Durante alrededor de 45 minutos, los invitados y, en particular los políticos, han departido con cordialidad, dándose una 'tregua' en la batalla por los presupuestos, por el recibo de la luz o por la falta de acuerdo en la renovación en el órgano de gobierno de los jueces.

"Ha habido un ambiente distendido, pero protocolario, y de buen rollo", lo ha resumido el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, en una conversación informal con periodistas al término de la recepción.

Las protagonistas de este año han sido las ministras de Unidas Podemos, quienes, a pesar de su rechazo a la monarquía, se han estrenado en el besamanos con los reyes en la conmemoración del 12 de Octubre tras asistir al desfile militar.

La titular de Igualdad, Irene Montero, ha justificado la presencia en el acto en que es una celebración de todos los españoles. "Hemos venido por responsabilidad. Es la fiesta de nuestro país", ha comentado.

Antes de entrar en el palacio, la ministra de Derechos Sociales y líder de Podemos, Ione Belarra, se ha pronunciado a través de un tuit para dejar claro que su deseo es avanzar hacia "un horizonte republicano".

Como descendiente de familia militar y "buena ferrolana", la vicepresidenta segunda y responsable de Trabajo, Yolanda Díaz, ha admitido que le gustan mucho los desfiles.

De los presupuestos de 2022, ha confiado en que la negociación con los partidos desemboque en su aprobación, y, aunque ha coincidido con el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, no ha tenido ocasión de charlar con él, si bien ha puntualizado que ya lo hizo en la víspera.

El portavoz parlamentario de Ciudadanos, Edmundo Bal, ha convenido en que la recepción ha discurrido en un ambiente "distendido y agradable" y con "sensación de alivio de poder celebrar de nuevo la Fiesta Nacional" una vez superado lo peor de la pandemia.

"Es un día para celebrar la fiesta de todos los españoles y sentirnos unidos en torno a la figura del jefe del Estado, no para hablar de política", ha esgrimido Bal sobre el hecho de que quedaran a un lado los temas candentes.

En su ronda de contactos con los asistentes, los reyes se han acercado a la líder de la formación naranja, Inés Arrimadas, para interesarse por su embarazo.

Martínez-Almeida no ha visto que se saludaran el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y al líder del PP, Pablo Casado, pero sí ha resaltado lo "cariñosa" que ha estado la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, cuando se ha acercado a hablar con varios dirigentes populares.

En los corrillos tampoco se ha oído mencionar al rey Juan Carlos y a la posibilidad de que la Fiscalía del Tribunal Supremo archive la investigación sobre sus fondos en el extranjero.

Quien sí ha aprovechado para hablar de política ha sido el presidente de la Comunidad Valenciana, Tximo Puig, quien ha defendido que haya más descentralización, en línea con la propuesta de Sánchez de instalar instituciones y organismos fuera de Madrid.

"No es quitar nada a nadie", ha argumentado Puig como respuesta a la queja de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, de que el Gobierno pretende "descapitalizar" Madrid.

Algunos invitados han destacado, con tono distendido, que en la recepción no hubiera "ni agua", al eliminarse el ágape, lo que ha evitado que la gente se retirara la mascarilla para dar un trago o un bocado.

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