Laura Marrero, psicóloga: "No hay palabras mágicas, pero les ofrecemos un hombro para que lloren"

La profesional de Cruz Roja acompaña y da apoyo emocional a los vecinos de La Palma que han perdido sus casas.

Laura Marrero, psicóloga de Cruz Roja
Laura Marrero, psicóloga de Cruz Roja
Vocento

Laura Marrero (Tenerife, 38 años) es una de las psicólogas que Cruz Roja ha desplazado al acuartelamiento militar de El Fuerte, reconvertido en albergue provisional para alojar a los vecinos que lo han perdido todo. El lugar llegó a acoger a cerca de 300 evacuados (ahora hay unos 60), que han recibido el apoyo emocional que prestan voluntarios como Laura para ayudar a rebajar su angustia y desolación. Ella, que ha viajado a La Palma desde Tenerife, lleva en El Fuerte desde el domingo con durísimos turnos de doce horas. Acaba agotada, pero el trabajo "no sabes lo que compensa".

¿Cuál es el perfil de la gente a la que están atendiendo?

Extranjeros con residencia en La Palma que han perdidos sus casas, parejas jóvenes, familias con niños, gente mayor que vivía sola y personas dependientes con movilidad reducida, que son una veintena y están en otro ala del albergue.

¿Cómo llegaron a El Fuerte?

Con la incertidumbre de si iban a volver a sus casas. Les sacaron con tanta rapidez que no les dio tiempo de coger nada.

Psicológicamente cada persona es un mundo...

Sí, por eso hacemos un apoyo psicológico individualizado. Cada persona tiene sus circunstancias y vive esta situación como puede. Lo que funciona para uno no va a funcionar con otro.

¿Cómo se levanta la moral a gente que lo ha perdido todo?

Acompañándoles, escuchando lo que nos están contando, apoyándoles cuando les da el bajón. Porque tienen momentos en los que están calmados, pero otros en que la tristeza aflora... entonces les damos un abrazo si es necesario, les ofrecemos un hombro para que lloren, o un apretón de manos, que ayuda mucho. Que ellos sepan que están acompañados y que no están solos. No hay palabras mágicas, y son bastante conscientes de que hay que esperar a que la naturaleza decida cuándo quiere parar.

¿Ha dado muchos abrazos?

Sí, algunos. Y cuando te abrazan o te aprietan la mano, notas que estás ayudando, que lo que estamos haciendo sirve. La gente lo agradece muchísimo. Este trabajo no lo hacemos para que nos lo agradezcan, pero nos alivia ver que está sirviendo porque estas personas que lo han perdido todo se están sintiendo apoyadas, y eso nos llena el corazón de emociones.

¿Nota que a medida que pasan los días son más conscientes de la situación que les espera?

Cuando les dicen que su casa ha desaparecido tienen ese bajón absoluto del '¿y ahora qué hago con mi vida si todo lo que tenía lo he perdido?'. Pero la capacidad de resiliencia de estas personas es increíble. Vemos a diario cómo son capaces de sacar las fortalezas en los momentos más complicados. ¡Qué manera de vivir está situación tan difícil, qué entereza!

¿Ha habido quien se ha derrumbado al ser consciente de que lo han perdido todo?

Sí, pero el que haya otra persona que está viviendo la misma situación es el mejor apoyo. Están creando como una microfamilia.

¿Teme cuadros depresivos?

Tanto como un trastorno depresivo no lo podría determinar. Lo que sí habrá es estrés postraumático. Por eso es tan importante el apoyo psicológico. Les explicamos qué es lo que van a sentir y cómo lo van a sentir, de manera que cuando suceda sepan que es normal que les ocurra eso porque ya se lo habían explicado.

¿Ayudará volver a las rutinas?

Sí, cuanto antes salgan del albergue y recuperen su vida y no dependan que tienen la comida a esta hora y la cena a esta otra, pues mucho mejor.

¿Y los niños?

Se distraen jugando, y si preguntan hay que ser sinceros y decirles las cosas como son en un lenguaje que entiendan.

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