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Sánchez sale de la Moncloa y pisa la calle con 'bolos' amables fuera de Madrid

El presidente del Gobierno ha visitado en menos de un mes cinco localidades con los motivos más diversos.

Pedro Sánchez visitar el Centro Integrado de Formación Profesional de La Laboral, en Gijón
Pedro Sánchez visitar el Centro Integrado de Formación Profesional de La Laboral, en Gijón
Eloy Alonso

Desde la remodelación de su Gobierno el pasado 10 de julio, Pedro Sánchez ha introducido cambios en su agenda. Uno de los más llamativos es el de los 'bolos' por provincias. En menos de un mes ha visitado cinco localidades con los motivos más diversos. Toda una novedad en un presidente del Gobierno renuente a moverse fuera de las paredes de la Moncloa.

No es solo por el debilitamiento de la pandemia, "es la mano de Óscar López", afirman los socialistas en referencia al nuevo director del gabinete de la Presidencia del Gobierno que reemplazó al controvertido Iván Redondo. Sánchez tiene que "pisar más la calle y hablar con la gente", dicen dirigentes del PSOE que echaban de menos el contacto personal del presidente del Gobierno y que consideraban un error su «enclaustramiento» en la Moncloa durante la primera mitad de la legislatura.

El presidente del Gobierno visitó el 11 de agosto en el municipio lanzaroteño de Tías la bibiloteca en la casa del escritor José Saramago con motivo del centenario de su nacimiento. Once días después se desplazó a Ávila para comprobar las consecuencias de los incendios forestales en varias localidades de esa provincia. El 26 de agosto fue a un hogar de mayores de Navalmoral de la Mata, en Cáceres. El 2 de septiembre acudió a un centro de vacunación en Guadalajara y este jueves estuvo en Gijón en un centro de formación profesional.

En la Moncloa no dan mayor relevancia a estos desplazamientos del presidente. "Es natural", apunta un portavoz sin detallar cuáles serán los siguientes viajes domésticos. En el PSOE, en cambio, atribuyen estos viajes a la estrategia diseñada por López para "acercar" al jefe del Ejecutivo a los ciudadanos y también para engrasar la relación entre el Gobierno y el partido.

Sánchez tiene una imagen de persona distante y seria, poco dada al contacto personal más allá de su círculo de colaboradores. Incluso entre sus compañeros de partido llamó la atención la frialdad con que se desprendió de dos de sus escuderos más fieles, Carmen Calvo y José Luis Ábalos, en la reciente crisis de Gobierno. No se trabaja "la empatía personal", reconocen en los círculos socialistas. Ha permanecido impasible ante la corriente antisanchista instalada en amplios sectores, tanto conservadores como de la izquierda, y no ha hecho nada para revertir esa animadversión. "Gajes del oficio", suele decir él mismo.

Una situación a la que la Moncloa pretende dar la vuelta en la segunda mitad de la legislatura y mostrar a un presidente del Gobierno que sale de su despacho y habla con la gente. Aunque haya tenido que escuchar abucheos e insultos de vecinos poco afines. "Mentiroso", "asesino", "enterrador", le llamaron en Navalmoral de la Mata y en Guadalajara.

En compañía del presidente

Pero en general se trata de actos cómodos para el presidente del Gobierno, sin preguntas de los medios de comunicación y siempre acompañado del presidente de la comunidad autónoma de turno. Solo en Ávila no estuvo el presidente de Castilla y León, el popular Alfonso Fernández Mañueco, porque estaba en cuarentena por su contacto con un enfermo de covid.

Sánchez aprovecha estos actos para colocar su mensaje sobre los temas que estén de actualidad. Este jueves en Gijón, por ejemplo, presentó la nueva ley de formación profesional y añadió un comentario de respaldo al colectivo LGTBI a propósito de la polémica por una supuesta agresión homófoba en Madrid el pasado domingo que resultó no ser tal. "Una denuncia falsa -dijo- no nos puede impedir ver la realidad que sufren muchas personas por su orientación sexual". En Navalmoral de la Mata anunció que en "un año" habrá tren de alta velocidad en Extremadura, una reivindicación histórica en la región. Pero también cultiva, aunque a pequeñas dosis, el guiño humano, como en el pueblo abulense de Sotalbo, donde firmó en la escayola que llevaba en la pierna una vecina.

Una estrategia encaminada a cambiar la imagen del gobernante encapsulado en la Moncloa y alejado de los gobernados. Una tarea que no parece sencilla por la personalidad que transmite el presidente.

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