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Defensa olvida el ascenso honorífico de 26 militares muertos en misiones

Cuatro de los 178 fallecidos en operaciones internacionales cayeron en Afganistán y llevan hasta 18 años esperando el decreto del Gobierno.

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La ministra de Defensa Margarita Robles, en un acto este miércoles.
FERNANDO VILLAR

El pasado 28 de junio las Fuerzas Armadas rindieron un homenaje a los militares y policías fallecidos en la misión de Afganistán, cuyo presencia española se cerró el 27 de agosto tras el aterrizaje del último avión que ha participado en la operación de evacuación de los cooperadores afganos y sus familiares. La ministra de Defensa, Margarita Robles, destacó en este acto "la generosidad y valentía" de quienes "se fueron con ilusión a defender la paz en el mundo" y pidió "perdón de corazón a todas las familias que en algún momento hayan podido sentirse abandonadas".

Aranzazu Magro, viuda del capitán Javier González, muerto en agosto de 2005 en el accidente del helicóptero Cougar junto a 16 compañeros, intervino con emoción y señaló que "no hay mayor recompensa para nuestros seres queridos que el hecho de que no los olvidemos, los tengamos siempre presentes y sirvan de ejemplo para todos".

Uno de los gestos que más honra la memoria de estos militares, más allá de la retribución por fallecimiento en operaciones internacionales de paz y seguridad, según recoge la ley aprobada por el Gobierno de Rodríguez Zapatero en 2004, es la concesión a título póstumo y con carácter honorífico del ascenso al empleo superior.

La ley del Régimen de Personal Militar Profesional de 1989, rebautizada en noviembre de 2007, recoge el ascenso por "circunstancias excepcionales y virtudes militares sobresalientes" a propuesta de la ministra de Defensa y previa deliberación del Consejo de Ministros. En el caso de Javier González, por ejemplo, pasó de teniente a capitán en 2008. Una resolución que incluía a otros 27 militares muertos en el extranjero en acto de servicio.

Sin embargo, el Ministerio de Defensa no ha mostrado siempre la misma celeridad para realizar este reconocimiento a título póstumo. Es más, el actual departamento dirigido por Margarita Robles concedió en 2019 el ascenso honorífico a la primera víctima nacional en una operación internacional en 1985, esto es, 34 años después de su deceso. Fue el cabo segundo José Manuel Castro, asesinado en un atentado en el Sáhara.

En otros casos, ha tardado 17 años o dentro de la misma tragedia, como la del accidente de tráfico en el que murieron cuatro militares en Bosnia en 1993, se ascendió de forma honorífica con 12 años de diferencia al sargento respecto a sus soldados.

Pero en esta lista de agravios hay varios casos elocuentes de olvido o silencio por parte de Defensa. De los 178 militares fallecidos en operaciones internacionales desde mediados de la década de los ochenta, 26 no han sido condecorados todavía con un empleo superior a título póstumo, según el análisis realizado de los reales decretos y el listado de víctimas mortales.

En este apartado resulta también sorprendente el baile de cifras del ministerio, que en los fastos por los 30 años de las misiones internacionales, en 2019, elevó a 186 la cifra de fallecidos y dos años después, con motivo de la salida de Afganistán, sitúa ya en 188. No obstante, las fuentes consultadas determinan el número en 178 uniformados.

Entre los 26 militares olvidados por Defensa figuran cuatro de los 102 caídos en Afganistán, caso del sargento primero José Manuel Sencianes, fallecido en el accidente del Yak-42 en 2003, el capitán Jesús de la Pascua, muerto de un infarto en 2005, o por este mismo motivo el subteniente Pedro López en 2011.

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