Aragoneses en el homenaje de Estado:"Ojalá no hagan falta más ceremonias como esta"
Carlos Aranda, el hijo del primer fallecido por coronavirus en la Comunidad, y la médico intensivista del Hospital Clínico Universitario Isabel Gutiérrez asistieron a la ceremonia celebrada en el Palacio Real.
Con el corazón en un puño, tragándose las lágrimas y con la sensación de que el coronavirus sigue aquí y cualquier precaución es poca. Así vivieron este jueves el homenaje a las víctimas de la pandemia los dos aragoneses que asistieron, Carlos Aranda, hijo del primer fallecido en la Comunidad por la covid-19, y la médico intensivista del Hospital Clínico Universitario Isabel Gutiérrez.
El Rey se interesó por los brotes en Aragón y aprovechó el saludo a las autoridades presentes para preguntarle al presidente autonómico, Javier Lambán, sobre las medidas adoptadas. Ambos charlaron unos minutos acerca de cómo ha evolucionado la situación desde que junto a doña Letizia visitaron Jaca y San Juan de la Peña el pasado 8 de julio.
Aranda se emocionó mientras depositaba la rosa blanca en el pebetero al acordarse de su padre, que murió el pasado 6 de marzo. Gutiérrez, que coordinó las uci de la Comunidad cuando la pandemia golpeaba con más fuerza, evocó a esas familias a las que llamaba al final de cada guardia para darles noticias de los suyos, "muchas veces malas". Recibía de ellas palabras de agradecimiento y de ánimo mientras oía por el teléfono "a otras personas llorar por detrás, algo que nunca olvidaré".
A Aranda escuchar a Hernando Calleja, el hermano del fallecido periodista José María Calleja, le hizo revivir aquellas semanas horribles en las que nadie sabía decirles exactamente lo que les pasaba, ni a su padre ni a su madre y él que también estuvieron hospitalizados. Todavía siguen pasando revisiones por posibles secuelas, la última hace dos semanas. Le han quedado unas manchas en la piel que le hacen ir a un dermatólogo, "una nimiedad con las que están teniendo otros", explicó restándole importancia. Cree que ceremonias como la de este jueves, o como la que se celebró el pasado 27 de junio en muchas poblaciones aragonesas y en las que también estuvo presente, sirven para "salir con algo más de fuerza y superar el duelo por la pérdida". Además siente que se sigue recordando a las víctimas y "no se han olvidado de ellas".
Hoy volverá a su taller familiar de electromecánica en Sierra de Luna. Este agosto tienen la intención de celebrar un funeral de despedida en la localidad para su padre y otro vecino del municipio que también se llevó el coronavirus. Aranda se queda con la oportunidad que tuvo este jueves de saludar y hablar con Fernando Simón, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias. "Charlando con él tienes todavía más sensación del riesgo que hay en estos momentos. Se le ve muy preocupado por los rebrotes", apuntó.
Los rostros más expresivos
Gutiérrez, con la experiencia de 25 años de profesión, se sintió "plenamente identificada" con el discurso de la enfermera Aroa López en el que acabó pidiendo que no se olvide nunca "la lección aprendida". "Ha sido una ceremonia muy medida y justa, no ha sobrado ni faltado nada", valoró. La emoción le embargó cuando "por la expresión de su rostros" podía adivinar cuáles de las personas que depositaban la flor blanca habían perdido a algún ser querido o ellos mismos habían sufrido la enfermedad. Quizás por esa experiencia que ha vivido en la uci "con incertidumbre y terrible por enfrentarte a algo completamente desconocido".
Esta médico intensivista regresa con un sentimiento ambivalente por el "triste privilegio" de haber tenido que representar a Aragón en este acto "muy bonito y necesario" que le da "fuerzas renovadas". "El trabajo va a seguir siendo el mismo, es lo que nos gusta hacer y lo que nos hace felices", afirmó. Con la mirada puesta en los rebrotes y lo que pueda venir insiste en que se respeten las recomendaciones sanitarias "para que el esfuerzo de todos no sea en vano". "Ojalá no hagan falta más ceremonias como esta", concluye.
