Los menas: una asignatura pendiente

Muchos menores extranjeros no acompañados llegan a España en malas condiciones o tras haber vivido experiencias traumáticas, por lo que necesitan una atención psicológica adecuada y precoz.

Después de semanas e incluso meses de viaje en condiciones precarias desde sus países de origen
Después de semanas e incluso meses de viaje en condiciones precarias desde sus países de origen
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Los menores extranjeros no acompañados (menas) que llegan a España dejan atrás en muchos casos realidades de maltrato, abuso, marginación o guerra que les provocan grandes secuelas que hay que abordar con una atención psicológica adecuada y precoz, algo que, según los pediatras, se debe mejorar en España.

Después de semanas e incluso meses de viaje en condiciones precarias desde sus países de origen hasta que logran cruzar la frontera española "la inmensa mayoría" llegan desnutridos a las consultas de los pediatras y en ocasiones, por el camino, pueden llegar a engancharse a sustancias como el cannabis.

Lo asegura la jefa del Servicio de Pediatría Hospitalaria, Enfermedades Infecciosas y Tropicales del Hospital Universitario Infantil La Paz (Madrid), María José Mellado, que explica que normalmente estos menores extranjeros no acompañados (menas) también llegan con parásitos intestinales.

Cuando desde el centro de acogida les llevan a la consulta por primera vez recién llegados al país, los pediatras les hacen un examen de salud para descartar que tengan algo importante, tratan de saber si están vacunados y aprovechan para hablar con ellos de sus costumbres y para inculcarles hábitos saludables.

"Los pediatras somos una pieza clave para la integración de los menas. Nosotros intentamos que ellos vean que la salud es muy importante, pero también que aprendan el idioma y un oficio", afirma Mellado, que destaca que la mayoría de los menores aprovechan las oportunidades que se les ofrecen.

Así, el pediatra no solo se preocupa por su salud física, también por su situación personal para conocer la realidad de su familia: "padre muerto en la guerra, madre fallecida, dos hermanas raptadas" son algunos de los testimonios de estos menores no acompañados, que, por tanto, tienen "un hándicap emocional".

"Tienen muchos problemas emocionales, algunos han vivido situaciones desgraciadas, han sido niños soldados, muchos de ellos también vienen con heridas de guerra. Son niños carne de cañón desde el punto de vista del riesgo sociopsicológico que tienen", abunda la experta.

Si ven un menor con problemas psicológicos importantes, lo desvían a Salud Mental, pero la atención psicológica en España en general "es algo que, sin duda, tiene que mejorar" y en el caso de estos menores, que son población de riesgo, más todavía.

"No hay suficientes profesionales en la sanidad pública que puedan atender a los niños, ni a los del alto riesgo como éstos y eso es un punto en el que hay que trabajar y todos tenemos que ser conscientes", agrega Mellado.

En el mismo sentido se pronuncia el coordinador del Comité de Pediatría Social y Comunitaria de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), José Ignacio Pérez, quien incide en la importancia de la identificación precoz del riesgo, sobretodo en lo que se refiere a la salud mental.

"Son menores que, probablemente, en un primer contacto no puedas captar todo lo que hay detrás", explica Pérez, quien resalta que el protocolo a seguir en estos casos varía en función de la comunidad autónoma.

De esta forma, apostilla el pediatra, hay alguna autonomía, como Asturias, que tiene programas de identificación del riesgo psicosocial que se extiende a todos los menores, no solo a los extranjeros no acompañados. "Se les pregunta e investiga para anticiparse y poner en marcha todas aquellas políticas para corregir ese sesgo", afirma.

Insiste en que si a estos menores no se les atiende a tiempo los problemas que tienen se van a cronificar y agudizar salvo que seamos capaces de realizar "una intervención fundamentalmente educativa y de trabajo social", apunta.

A su juicio, debe existir una coordinación entre los pediatras, los trabajadores sociales, educadores y demás agentes implicados para conseguir que esas personas "el día de mañana no acaben en la marginalidad".

Hay otro problema, según coinciden tanto Mellado como Pérez, y es que aunque depende de la comunidad autónoma, la mayoría de los pediatras solo pueden ver a estos chicos hasta que cumplen los 14 años porque, al igual que el resto de menores, cuando cumplen los 15 pasan a ser atendidos por médicos de adultos. 

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