cataluña

La Diada de la división y del agotamiento

Unas 600.000 personas acuden a la llamada de la ANC y Òmnium en Barcelona, la cifra más baja desde 2012. La organización carga con dureza contra los partidos soberanistas, a los que exige unidad y que no vuelvan a fallar a la ciudadanía.

Cientos de miles de personas se manifestaron este miércoles en Barcelona a favor de la independencia y reclamando la libertad de los presos secesionistas. Según la Guardia Urbana, la única entidad que facilitó cifras (la Delegación del Gobierno decidió el año pasado no entrar en la habitual guerra de cifras), en torno a 600.000 personas participaron en la protesta organizada por la ANC y Ómnium Cultural, convertida ya en una tradición en el inicio político en Cataluña. Es una cifra importante, pues representa a cerca del 10% de la población de Cataluña, pero en cambio supone la asistencia más baja de cuantas manifestaciones han impulsado las plataformas secesionistas desde el inicio del 'procés', en 2012. 

El movimiento independentista catalán mantiene el pulso en la calle, pero la cifra muestra el agotamiento, la desorientación, la confusión y el enfado en que se encuentra el secesionista de base, que ve que el objetivo de la independencia no llega y además las fuerzas políticas no paran de pelearse en batallas partidistas por el poder. El sueño de la independencia se aleja y la gente se siente engañada.

La Diada con la participación más baja desde 2012 escenificó además el clima de enfrentamiento en que se encuentra el independentismo. En vísperas de la sentencia del Supremo contra los líderes del 'procès', la ANC cargó con dureza contra los partidos secesionistas. La fractura entre el independentismo civil y el institucional se consumó este miércoles y se une al que enfrenta a JxCat y ERC y a la guerra que se libra entre los sectores postconvergentes. Esta ruptura se hizo patente no solo porque la ANC vetara a los políticos en las posiciones de referencia de la marcha, sino también por los discursos que pronunciaron los responsables de las entidades de la sociedad civil. La ANC instó a los partidos a no volver a fallar a la gente y exigió unidad estratégica. La presidenta de la Asamblea, Elisenda Paluzie, acusó a las formaciones independentistas de haber dado pasos atrás en el objetivo de la ruptura y les acusó de haber desarmado la vía unilateral y de haber deslegitimado el referéndum del 1-O. "Vemos que, dos años más tarde, no solo no hemos avanzado, sino que se dan algunos pasos atrás. Se discute en público el reparto de migajas. Se deslegitima el referéndum que hicimos, y la única vía que nos ha permitido llegar a donde no habíamos llegado nunca, la unilateral, se desarma día a día. A nuestros dirigentes os pedimos que no nos desarméis", proclamó.

Respuesta contundente por parte de la ANC, que pudo haber sido aún mayor. Fuentes de la cúpula de la entidad señalaron que si la sentencia no estuviera a la vuelta de la esquina, los discursos habrían sido casi incendiarios contra las formaciones. Pero, admitieron esta fuentes, a nadie le interesa que se traslade una imagen de ruptura total. El vicepresidente de Ómnium, Marcel Mauri, también fue muy duro con los partidos. "No nos perdamos más en batallas estériles", dijo. Con un "estado vengativo" delante, hace falta "sentido de Estado" para "construir juntos la respuesta", remató. 

Las cifras de asistencia estuvieron lejos de las diadas más masivas. La más multitudinaria fue la de 2014, con cerca de 1,8 millones de personas. En 2018 y en 2017, las manifestaciones registraron cerca de un millón de participantes. Pero más allá de que la de este miércoles fuera la más floja en siete años en lo que a aforo se refiere, lo más relevante es que la protesta puede ser la de menor impacto político de los últimos años. Las entidades de la sociedad civil, que también se están dividiendo entre sí (ayer organizaron juntas la manifestación de la Diada pero por la mañana organizaron actos cada una por su cuenta), están perdiendo influencia. La protesta de 2014 forzó a Mas a poner las urnas y la de 2017 presionó a Puigdemont con el 1-O y el 27-O. En este caso, lo que se presenta a corto plazo es la sentencia contra los líderes del 'procés'.

La calle pide unidad, pero todos en el independentismo temen que cuando llegue la sentencia cada uno haga la guerra por su cuenta: ERC pidiendo elecciones, JxCat hablando de confrontación, Ómnium pidiendo una respuesta que sea inclusiva para el 80% de la población y la ANC reclamando pasos inequívocos de desobediencia institucional. Si se habla en términos de unidad estratégica, quiere decir que a día de hoy el movimiento no tiene nada cerrado. Hay consenso en que habrá movilizaciones. Pero lo más grave y lo que más preocupa en el independentismo es que no existe una hoja de ruta común para llegar a la independencia.

La división en el secesionismo se escenificó también a última hora de la jornada. Los más radicales, críticos con la a su juicio excesiva moderación de la ANC y Ómnium y los partidos, protagonizaron una protesta frente a la Cámara catalana y dos centenares amenazaban con entrar a la fuerza. El amplio despliegue policial lo evitaba.

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