Masacre

Concentración en Zaragoza contra la violencia de género.
Concentración en Zaragoza contra la violencia de género.
Oliver Duch

Bujaraloz tiene 1.005 habitantes y Gelsa, 996. Imagine que en cualquiera de estos dos pueblos se matara porque sí a todos sus habitantes. Que se les ninguneara, vejara y humillara; se les pegara, apaleara, acuchillara, pataleara, quemara, estrangulara, atropellara, descuartizara, violara. Así uno tras otro hasta llegar a 1.000, el número de mujeres asesinadas por violencia de género solo en 13 años (y sobrepasado antes con creces), desde que se contabiliza ese drama, que deja 250 huérfanos y 30 niños asesinados por sus padres por venganza, como el caso de José Bretón. La más joven se llamaba Alba, tenía 14 años y la mató su novio en Lérida.

Sería una masacre que llevaríamos ante el Tribunal Penal Internacional.

Los feminicidios no son un hecho aislado y los 1.000 asesinatos son fruto de la desigualdad estructural que se perpetúa a través de realidades tan simples y cotidianas como que mi madre me obligara a hacerle la cama a mi hermano, mayor que yo. Aunque el tiempo cambió mucho a mi madre, como abrió los ojos a numerosas mujeres de su generación, educadas para servir. Y se hizo rebelde, a su manera, claro, una rebelde que nos animaba a mi hermana y a mi a ser libres, a sentirnos únicas, a tener voz, pero sobre todo a ser personas independientes, aunque nos quedaran en el subconsciente muchos ‘peros’ que nos llevan aun hoy a sentir la obligación de adelantarnos en nuestros hechos cotidianos.

Yo dejé de hacerle la cama a mi hermano, mi hermano hizo de todo en su casa y mi madre dejó que le atendiera en momentos muy personales, algo antes inimaginable.

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