Por
  • José Luis Moreu Ballonga

Iglesias Turrión y la Constitución

Iglesias citó la Constitución durante los debates electorales.
Iglesias citó la Constitución durante los debates electorales.
Krisis'19

Se elogió y valoró por muchos, y no sin razón, la actitud moderada y tranquila que exhibió Pablo Iglesias Turrión en el debate televisivo a seis, el pasado 23 de abril, en la campaña para las elecciones del 28 de abril. Estuvo comedido, no interrumpió ni insultó a nadie, y citó varios artículos de la Constitución (CE), que, único de los líderes al que se le ocurrió, se había llevado al plató.

Citó, él que además de licenciado en Ciencias políticas es licenciado en Derecho, artículos como el 31, que impone que el sistema tributario se base en los principios de igualdad y progresividad; o el artículo 47, que alude al derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada y a utilizar el suelo al servicio del interés general, impidiendo la especulación. Citó estos artículos para mostrar, y no sin razón, que no se cumplen o no para muchos, en nuestra sociedad. Con ello metía el dedo en la llaga de problemas sociales decisivos pero objetivamente muy difíciles de cumplir y materializar, sobre todo en situaciones de dificultad o recesión del sistema capitalista y bajo la actual globalización.

Los constitucionalistas polemizaron al principio de nuestra democracia sobre los preceptos de la CE de contenido socializante. Para algunos, los mismos marcarían solo como aspiraciones que el poder político debería tener en cuenta en lo posible, pero sin que le vinculasen estrictamente. Para otros, el poder político solo debería verse vinculado por estas normas de progreso en el sentido de que, alcanzado un cierto nivel de socialización o de justicia social, se haría inconstitucional o imposible un retroceso en dicho nivel o dichos logros. Cuando estamos aún bajo el vivo recuerdo de una devastadora crisis económica, hoy debería parecernos más realista la primera de esas dos teorías constitucionalistas.

A quienes peinamos canas Iglesias pudo recordarnos al Julio Anguita de cierta etapa en la que, con verbo templado y pedagógico, se apoyaba (por táctica) en ideas, y en programas, socialdemócratas, y recurría también a la cita frecuente de la Constitución. Pero Anguita se reconocía comunista y con su doctrina de las ‘dos orillas’ fue muy duro crítico del PSOE y parece que llegó a creer en la posibilidad de ganarle en las urnas. Cuando fue viendo que eso no era posible se refugió en un marxismo primario y dogmático y se revolvió contra la Monarquía, en su etapa final al frente de IU.

Lo que definió a Iglesias realmente fue su respuesta a la primera pregunta que le formuló Ana Pastor en el debate televisivo sobre cómo pensaba convencer a todos los españoles de que renunciaran a decidir sobre la crisis catalana, siendo que el artículo 1 de la Constitución atribuye la soberanía nacional al pueblo español. Pregunta enjundiosa, dada la conexión de dicho principio con el de la indisoluble unidad de España (art. 2) y con la prohibición de toda discriminación entre españoles (art. 14). Aquí Iglesias tomó prestado un argumento del separatismo, que yo había oído ya, entre otros, a Artur Mas o a Carles Campuzano, este por cierto utilizándolo con cierto éxito en una tertulia de televisión frente a un periodista culto, que quedó algo descolocado. El argumento consiste en recordar que Adolfo Suárez, cuando la Constitución aún no existía (octubre de 1977), vulneró atrevidamente las Leyes Fundamentales franquistas al reconocer a Tarradellas como presidente de la Generalidad, institución cuya legitimidad venía de la Segunda República. Argumento muy flojo y tramposo, dado que las Leyes Fundamentales del franquismo eran poco más que un leve adorno de la dictadura personal de Franco (no hubo nada parecido a un Tribunal Constitucional) y que sí le daba al general todos los poderes (no democráticos), poderes que a su muerte pasaron al rey Juan Carlos, quien emprendió, junto a Suárez, un periodo constituyente democrático. Nada que ver las leyes franquistas con la Constitución elaborada en libertad y votada masivamente por los españoles. Y también se opuso Iglesias el 23 de abril al sentir unánime de los constitucionalistas al calificar a los líderes juzgados por el ‘procés’ como ‘presos políticos’. Iglesias y su partido tienen poca credibilidad como constitucionalistas, lo que no deja de afectar a la que tienen como demócratas.

José Luis Moreu Ballonga es catedrático de Derecho civil

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