Obras son amores

Un puesto de información electoral de Ciudadanos.
Un puesto de información electoral de Ciudadanos.
Kiko Huesca / Efe

Si no tengo mal entendido, Ciudadanos surgió en 2006 en Cataluña como una alternativa de centroizquierda al nacionalismo del PSC. En 2008 saltó sin éxito al escenario nacional, pero, tras neutralizar a UPyD, el proyecto de la ex-socialista Rosa Díez, en las elecciones generales de 2015 y de 2016 el partido de Albert Rivera se convirtió en la cuarta fuerza política nacional, pasando al tercer puesto en los recientes comicios del 28 de abril.

Esta trayectoria no obedece al contubernio de las empresas del Ibex, como se especula malévolamente en ciertos medios, sino, sobre todo, a la afirmación progresista de los derechos y deberes de la ciudadanía, frente a los privilegios basados en las identidades territoriales del Antiguo Régimen. Esta posición jacobina, centrista y europeísta se ha visto impulsada por la reacción al desafuero independentista y por la crisis de los partidos que han gobernado cuarenta años en frecuente connivencia con los nacionalismos vasco y catalán.

Ahora bien, la pretensión de dominar la derecha está haciendo que Ciudadanos pierda centralidad y versatilidad, sus mejores y más genuinos activos. Una cosa es que en 2016 se prescindiera del ‘socialismo democrático’ a la hora de definirse, renunciando al espíritu socialdemócrata inicial, y otra muy distinta, mientras se hacen componendas con Vox, es vetar a Pedro Sánchez e impedir la mayoría estable y sin ataduras nacionalistas que, según pregona Ciudadanos, tanto necesita España. Como se dice en castizo, obras son amores. No en vano, fundadores del partido como Francesc de Carreras y Félix Ovejero ya lo han advertido.

jusoz@unizar.es

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