Adjunto a la Dirección de HERALDO DE ARAGÓN

La banalización de la indignidad

The detention block of the former concentration camp KZ Mauthausen, liberated by U.S. troops is pictured during the commemoration ceremony at the memorial site in Mauthausen, Austria, May 5, 2019. REUTERS/Lisi Niesner [[[REUTERS VOCENTO]]] AUSTRIA-ANNIVERSARY/
El campo de concentración nazi de Mauthausen.
Lisi Niesner / Reuters

Al pensar en los campos de concentración nazis es inevitable recordar la teoría de la ‘banalidad del mal’. Hannah Arendt acuñó la expresión a raíz del juicio que en 1961 se llevó a cabo contra Adolf Eichmann, teniente coronel de las SS y uno de los grandes criminales de la historia por su papel en el Holocausto. La filósofa alemana expuso la tesis de que el acusado no era un monstruo sino uno más de entre tantos burócratas del nazismo, que a fuerza de productividad y ubicuidad pretendían escalar en la pirámide del poder estatal. Arendt nos hizo ver lo terriblemente normal que suele ser entre nosotros el mal.

En uno de estos centros del terror, en Mauthausen, la directora general de Memoria Democrática de la Generalitat ha aprovechado un homenaje a las víctimas para poner en primer plano la situación de nueve políticos catalanes que están siendo juzgados en el Tribunal Supremo, con todas las garantías, por organizar unos actos ilegales.

¿Qué puede mover a una dirigente política a utilizar un campo de exterminio para hacer reivindicaciones políticas? Seguramente, la banalización de la indignidad que está sufriendo el bloque independentista en Cataluña. Cuesta creer que en ese bloque no hay un grupo que ponga el grito en el cielo para proclamar que así, no; que ninguna causa permite la utilización propagandística de la memoria de millones de víctimas inocentes; que no se puede banalizar la estulticia.

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