Amígdalas excitadas

erebro
Un modelo del cerebro humano en una exposición.
Javier Blasco / HERALDO

Las imágenes de la neurociencia muestran que la amígdala se emociona y el lóbulo frontal reflexiona. Se sabe también que ambos órganos se retroalimentan y que en ellos influyen la experiencia, la sociedad y la cultura. Conforme a ello, la biología del comportamiento localiza en la amígdala la raíz emocional de la dicotomía ‘nosotros y ellos’. El lóbulo frontal la recibe, la convierte en una idea y la reenvía a la amígdala, que producirá otra emoción. Entre tanto, este proceso incesante genera decisiones, que pueden ir de la fraternidad a la guerra.

En línea con lo anterior, podría decirse que en fenómenos como el nacionalismo y la xenofobia predomina la amígdala sobre el lóbulo frontal. Este, en estos casos, bien se inhibe, por falta de desarrollo o por alguna otra tara, o bien no se emplea para controlar impulsos instintivos como el miedo y el odio, sino para elaborar un relato que los legitima, aunque ello suponga tratar a ‘los otros’ como inferiores que no merecen confianza ni lealtad.

Por eso, creo que el independentismo montaraz y supremacista que predomina en Cataluña es en gran medida un trasunto de amígdalas y lóbulos frontales. Ahora bien, cabe que mi opinión adolezca de lo mismo. De hecho, si una resonancia registrara lo que pasa en mi cerebro cuando escucho la palabra ‘procés’, seguro que mi amígdala me delataría. Así que quiero suponer que la imagen obtenida también captaría suficiente actividad compensadora en mi lóbulo frontal. De momento, al menos, no siento el impulso de subirme a la nueva ola reaccionaria de amígdalas excitadas y lóbulos inanes que por ahí vocea.

jusoz@unizar.es

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión