Por
  • Octavio Gómez Milián

Inés

arrimadas
Inés Arrimadas interviene en el Parlamento catalán.
Quique García / Efe

Inés se presenta a las elecciones generales como cabeza de lista de su partido por Barcelona. A Inés la han llamado puta y le han dicho que se marche a su tierra. Inés y yo pensamos que ya está en su tierra. Puede que Inés esté cansada de que la increpen al salir de su casa o que no le guste que frieguen con lejía el suelo que ha pisado. En la tierra de Inés pintan paredes con amenazas de muerte, llenan de pintura amarilla las sedes de los partidos que se presentan a las elecciones y depositan heces (humanas o no, no conozco los detalles) en las puertas de los juzgados. Solo por eso Inés merece mi respeto.

Yo veraneaba en la tierra de Inés y contaba historias en una radio que se hacía desde la tierra de Inés. Por eso sé que la resistencia es una obligación moral, estés a un lado o estés en el otro. Creo que Inés está cansada de ver en la televisión de su tierra a terroristas encumbrados como ‘independentistas gran reserva’ o que en esa misma pantalla se rían del delegado de nuestro Gobierno por haber donado un riñón a su mujer enferma. Estoy seguro de que insultarán a Inés a lo largo de la campaña y sé que algunas mujeres de las que se manifestaron el pasado 8-M aplaudirán con su silencio. Porque si te callas eres parte del problema. Porque si piensas que su partido lo merece acabas siendo partícipe de la barbarie. Yo creo que voy a votar a Inés. También creo que votaré a tres partidos distintos en los próximos meses. Y uno será de izquierdas. No me justifico, solo enumero las circunstancias. Las mías y las de Inés.

Octavio Gómez Milián es profesor y escritor

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