El voto útil, una llamada desesperada
La apelación al voto útil está sostenida en la necesidad de facilitar la gobernabilidad y la estabilidad y también en el objetivo de amarrar los llamados restos por los que se gana el último diputado en juego en cada provincia o circunscripción. Es también una llamada desesperada cuando las expectativas amenazan la hegemonía de un partido. La eficacia del voto útil parecía más evidente durante el bipartidismo, pero sigue siendo un argumento de peso para todos, tanto para PP y PSOE como para Podemos, Cs, Vox y las formaciones territoriales. Claro que ya no es solo cosa de dos partidos. Ahora son dos bloques ideológicos que reclaman el voto útil para frenar al contrario, y dentro de ellos varias formaciones que reclaman ese mismo sufragio para condicionar la opciones de gobierno escoradas hacia un lado u otro. A ese mismo juego se entregan nacionalistas e independentistas, aunque su guerra va por otros derroteros a corto y medio plazo. Y detrás de esa llamada desesperada, más por parte de Casado que de Sánchez, está lograr la mayoría en el Senado, una herramienta poderosa en esta confrontación desmedida en la que crece el riesgo de depender de extremos. Es en la Cámara Alta donde la dispersión del voto en las provincias pequeñas hace estragos, más que en el Congreso. El Senado es un arma de doble filo que hay que reformar y adaptar a la realidad territorial. Pero eso es otro cantar. Como tantas y tantas promesas.
