El alentador caso del juez Marchena
En la era de los ‘realities’, en la edad dorada de los ‘instagramers’, ‘youtubers’, tuiteros y demás personajes digitales, un juez ha entrado a formar parte de la vida de muchos españoles. Lo ha hecho sin aspavientos, lejos de la especie estelar que cundió en los años noventa y que no hizo mucho bien, finalmente, a la imagen de la Justicia.
El juez Marchena preside la sala del Supremo que juzga a los encausados por el ‘procés’. Y, según la encuesta de Metroscopia para Henneo cuando se cumplían dos semanas de juicio, el 68% de los ciudadanos lo ha seguido con el suficiente interés y regularidad para formarse una opinión sobre el magistrado. En tiempo de ruido y de precampaña, este es ya un dato revelador. El juicio por el ‘procés’ simboliza un momento dramático de nuestra historia. Pero no deja de ser, al final, un proceso judicial a veces apasionante, pero otras muchas tedioso. La decisión de retransmitirlo en directo ha sido un gesto de transparencia, que muestra la fortaleza del Estado de derecho y el escrupuloso respeto por las garantías de los procesados. El 76% de esos españoles que siguen el juicio respaldan la actuación del juez Marchena. El apoyo proviene de votantes de casi todos los partidos y supera, como mínimo, el 50%. Es un buen síntoma de salud democrática.