El laboratorio andaluz
Andalucía cuenta desde ayer, por primera vez, con un gobierno no socialista.
Juan Manuel Moreno Bonilla (PP) es el nuevo presidente de la Junta de Andalucía y el primero no socialista. Va a gobernar no con una mayoría parlamentaria en torno a un programa, sino con la suma de dos programas contradictorios, uno pactado con Ciudadanos y otro con Vox. En este sentido, va a ser un laboratorio político con la mirada puesta en las elecciones locales de mayo.
El Partido Popular y Ciudadanos, con el imprescindible apoyo de los 12 votos de Vox, han logrado la investidura del candidato popular Juan Manuel Moreno. Para alcanzar el pacto con Santiago Abascal, el PP ha asumido parte del ideario del partido de extrema derecha en economía, educación, familia y cultura. El otro socio de gobierno, el partido de Albert Rivera, se ha desmarcado desde el principio de este pacto y ni siquiera ha aceptado sentarse con Vox. Aunque Susana Díaz, que quedó en primer lugar en el recuento electoral pero no ha logrado apoyos suficientes para seguir como presidenta de la Comunidad, ya ha dejado claro que va a ejercer una oposición muy dura y exigente, los mayores quebraderos de cabeza de Moreno Bonilla se los van a generar sus socios. Ayer mismo, Francisco Serrano (Vox) se reivindicó como clave en el cambio en Andalucía y avisó de que no renunciará a sus polémicas exigencias.
Un Ejecutivo debe ser juzgado por sus actos. Y al de Moreno Bonilla habría que dejarle los correspondientes cien días de cortesía para que mostrase cuáles son sus políticas. Sin embargo, parece que esto va a ser muy difícil. Las negociaciones para formar la alianza andaluza se han hecho directamente en Madrid, entre las cúpulas de los partidos, en una clara demostración de que está en juego mucho más que un gobierno autonómico. Andalucía va a ser el ensayo general para las elecciones municipales y autonómicas del 26 de mayo. Esto augura inestabilidad y mucha teatralización.
