Pues es posible que no fuera mala idea

Los países que, como el nuestro, no han progresado adecuadamente quizá deberían repetir el año.

El amanecer del nuevo año en una playa australiana.
El amanecer del nuevo año en una playa australiana.
Mick Tsikas / Efe

El puente de acero que cruza la Bahía de Sídney, construido en 1932, viene a ser cada 31 de diciembre el equivalente en Australia a nuestra Puerta del Sol. Allí se concentra la atención del país para recibir al nuevo año, con las cámaras de todas las televisiones y un gran despliegue de fuegos de artificio. Y allí se habían acercado, en la noche del pasado lunes, alrededor de un millón de personas, dispuestas a felicitarse el año 2019. Solo que en el momento decisivo, lo que apareció proyectado sobre el famoso puente fue un asombroso "¡Feliz 2018!". Australia repetía año. Alguien -¡pobre!- había cometido un error. Pero, según cómo se mire, lo de repetir el año podría ser buena idea. Igual que los malos estudiantes repiten curso, a ver si así mejoran su aprovechamiento, quizás los países que no han progresado adecuadamente deberían -deberíamos- repetir el año que hemos pasado en blanco. O al menos, sus dirigentes y responsables. Repitan ustedes año, señores -y señoras- ministros, diputados y líderes diversos, y esta vez hagan todos los deberes que se dejaron pendientes en la primera ronda. Y apliquen todas las lecciones que se saltaron a la torera. Sí, es imposible, pero puede que fuera lo mejor. Es preferible repetir año que seguir avanzando como zombis que no van a ningún sitio. Y nosotros detrás.