Efecto Sánchez

El ‘efecto Sánchez’ ha perdido rápidamente su brillo inicial, a causa de las contradicciones del Gobierno, y se ha convertido en una pesada carga que amenaza con hundir las expectativas electorales del PSOE en todos los frentes.

El positivo efecto Sánchez de los primeros momentos se ha ido disipando.
El positivo efecto Sánchez de los primeros momentos se ha ido disipando.
Krisis'18

El panorama político de nuestro país, de Aragón, viene con un horizonte cargado de incertidumbre. A medida que el Gobierno del Dr. Sánchez sigue haciendo de las suyas en Madrid, pone cada vez más difícil el porvenir del Dr. Lambán y del PSOE en Aragón. Es un presentimiento compartido por socialistas de distintas edades y geografías. Incluso algunos fieles al ‘sanchismo’ sienten que sus escasas fuerzas parlamentarias se merman con cada pifia gubernamental. Pero, sobre todo, con las (in)decisiones respecto de la cuestión catalana. Ese es el principal lastre, aunque no sea el único. Las promesas incumplidas se acabarán convirtiendo en una factura que pagará todo el partido. Los ciudadanos de a pie no somos tontos, ni nos gusta que nos tomen por bobos. Y lo saben, porque lo han vivido. Es una dinámica que les conduce a la derrota.

Las mentiras producen un hartazgo que merma el ‘capital reputacional’ de cualquier organización. La mentira en política es una herramienta aceptada, pero que corrompe la credibilidad estructural. Cuantas más veces se utiliza, más difícil es de justificar. Si se usa con habilidad se puede camuflar, en tanto adaptación a las necesidades. Pero llega un momento que la nariz crece de tal modo que ni Pinocho puede soportarlo. En este caso, el Dr. Sánchez está rebasando los límites y rozando la irresponsabilidad. Por eso, el prestigio de la ‘marca PSOE’ se hunde en las miserias que su presidente provoca.

Además, las lealtades ya no son como eran. Y la fuerza clientelar no es suficiente para atar los votos necesarios. Ni siquiera la lechera del cuento se cree sus propias cuentas cuando el cántaro se ha roto. Aquí, sin embargo, nadie parece estar dispuesto a reconocer las grietas en el edificio. El gambito inicial estuvo acertado: echaron al PP de Mariano Rajoy. Pero prometió elecciones y no cumplió; porque el Dr. Sánchez y los suyos esperaban aprovechar la moción de censura para remontar desde el gobierno. La estrategia era promisoria.

De hecho, fue un golpe artístico. Brillante. Quedará apuntado en los libros de historia y de ciencia política. Sin embargo, los golpes de efecto son como la espuma. El arte de birlibirloque no es suficiente para consolidarse como presidente y menos para gobernar con una aritmética parlamentaria a todas luces ridícula. Ni contando con la ayuda del CIS de Tezanos se manipula lo suficiente como para atar los flecos que deja la frustración. Por eso mismo, vista la evolución de la cosa no está claro que termine mejor de lo que empezó. De hecho, las elecciones andaluzas han sido el primer aviso. No solo para el ‘susanismo’, vencedor sin mayoría suficiente. Es una llamada de atención a la militancia del PSOE y también a todos los partidos: el voto no está garantizado.

En Aragón, el Dr. Lambán y sus fieles perciben que han de marcar una diferencia respecto del PSOE de Madrid. Se ve el plumero. Cada día que pasa, más. Tienen mucha tarea de aquí a mayo. Son tantos los acontecimientos posibles que incluso pueden reconducir la inercia. Pero saben que el riesgo es mucho y lo sembrado durante los cuatro años de gobierno en nuestro país, en Aragón, se puede desvanecer. No será suficiente su red de pesebres, ni servirá el comodín de echar al PP del Pignatelli. Han estado cuatro años y les toca rendir cuentas. Ya no vale contar cuentos.

Han catalizado la amenaza morada y están consiguiendo que Podemos se sumerja en sus propias contradicciones, también consecuencia del aparato. El liderazgo de Iglesias y Cía. es otro ejemplo de merma de la confianza depositada. En este caso, corroborada con la pérdida de credibilidad del gobierno de ZEC en la gestión municipal de Zaragoza. Ahí el PSOE, con Pilar Alegría a la cabeza, quiere soñar con estar en una posición de partida más optimista. Pero es igual de complicado. El efecto Sánchez mancha a toda la ‘marca PSOE’. Y salvo que vuelva a tener la suerte del superviviente y se le encienda la bombilla de la madurez, con capacidad para llenar de verdad la política española, el futuro no puede ser optimista. Ni teniendo un rival como Pablo Casado, que ha vuelto a mentar el trasvase antes de tiempo.

Chaime Marcuello Servós es profesor de la Universidad de Zaragoza