Un año del discurso del Rey: seis minutos para la historia

El mensaje rotundo de Felipe VI y su estudiada puesta en escena supusieron un antes y un después en el conflicto catalán

Felipe VI, durante su discurso del 3 de octubre de 2017
Un año del discurso del Rey: seis minutos para la historia

“Buenas noches. Estamos viviendo momentos muy graves para nuestra vida democrática”. Así comenzó Felipe VI la intervención cumbre de su reinado hasta el momento, el discurso que de forma inesperada para la opinión pública ofreció hoy hace un año tras la tensión vivida con el referéndum ilegal del 1-O. Una aparición con muchas similitudes a la de su padre en la noche del 23 de febrero de 1981. Un paso arriesgado con el que el Monarca quiso lanzar un mensaje de tranquilidad y firmeza ante la ruptura del orden constitucional propugnada desde la Generalitat de Cataluña.

No hubo dudas sobre la puesta en escena. Seis minutos, dos folios. Su rostro serio, el tono duro, su dedo índice, la sobriedad del traje y la puesta en escena, con el cuadro de Carlos III en lo alto: todo hacía indicar la gravedad del momento. “Con sus decisiones, (las autoridades catalanas) han vulnerado de manera sistemática las normas aprobadas legal y legítimamente, demostrando una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado”, dijo el Rey. “Han quebrantado -continuó- los principios democráticos de todo Estado de derecho y han socavado la armonía y la convivencia en la propia sociedad catalana, llegando desgraciadamente a dividirla”.

Y siguió: “Es responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional y el normal funcionamiento de las instituciones, la vigencia del Estado de Derecho y el autogobierno de Cataluña”. Después, el Monarca quiso transmitir tranquilidad: “Son momentos difíciles, pero los superaremos (...) Porque nuestros principios democráticos son fuertes, son sólidos”.

La emisión del discurso, que fue seguido de forma masiva en España (un 76,7% de cuota de pantalla y un 83,5% en Cataluña -región solo superada, por cierto, por Aragón, con un 85%-), supuso en cierto modo un antes y un después en el conflicto catalán. Sobre todo tras el titubeante mensaje lanzado por Rajoy en la noche del 1-O. “Moncloa pensó que se precipitaba, pero él insistió en hacerlo”, contó hace unos meses sobre la aparición de Felipe VI la periodista Ana Romero en ‘El Mundo’. Poco después, el 8 de octubre, cientos de miles de personas llenaron las calles de Barcelona para rechazar el independentismo y reivindicar la Constitución. “Allí nació la España de los balcones”, escribió el también periodista Alejandro Vara.

Como era de esperar, el entonces ‘president’, Carles Puigdemont, trató de aprovechar al día siguiente la intervención del Monarca para apuntalar su posición. “Así no. Usted decepcionó ayer a mucha gente en Cataluña”, le interpeló. Faltaban apenas cuatro semanas para que Puigdemont eludiera su responsabilidad y huyera a Bélgica junto a varios de sus consejeros, al contrario que el resto de sus aliados en el Govern, Oriol Junqueras entre ellos, que acabaron ingresando en prisión.

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