Por
  • Víctor M. Serrano Entío

Patchwork en otoño

Los retales de la política española.
Los retales de la política española.
Viticor

Violeta. Solo cuatro meses después Pablo Iglesias ya tiene a Pedro Sánchez y al PSOE donde quería. Podemos, lastrado principalmente por la gestión municipal de las ciudades que gobierna, iba palideciendo poco a poco. Incluso la fuerza del liderazgo de Iglesias se difuminaba. Llegó la moción de censura en la que Sánchez vendió unas elecciones y mucha dignidad, y su suerte cambió. Iglesias tiene a Sánchez donde Albert Rivera tuvo a Rajoy. Se atreve a decir que lo del presidente y su tesis es «cutre». El populismo sabe mucho de fijación de precios como demuestran los aranceles de Trump y los informes de Monedero. Cada párrafo que un descuidado diplomático español ha dejado por olvido dentro del libro de los Sánchez-Ocaña encarece el apoyo de Podemos al PSOE. Pablo escribirá recto con los renglones torcidos de Sánchez. Si sabe contener su instinto agresivo y no se precipita exprimirá al PSOE hasta la extenuación.

Rojo. Pedro Sánchez va dando tumbos. Es el retrato de Dorian Grey. La egolatría de su gestión personalista puede chocar con la realidad que niega. Cree que lo que no sale en los medios no existe justo cuando todo sale en los medios. Solo con Franco y con TVE no se puede sobrevivir, aunque entierre a ambos entes en el paseo de La Habana. Quiere, como sea, unos presupuestos que le hagan el marketing de la estética, pero ahora ya no sabemos si basta con la propaganda porque lo que le hace agua es, quién lo iba a decir, la ética. Vendió el alma socialdemócrata y nacional del PSOE (ética) y el cuadro se le pudre en cada consejo de ministros (estética). Las dimisiones de dos ministros ya barruntaban que lo de autoetiquetarse como el gobierno de la dignidad y envolverse en la bandera de la superioridad moral era un riesgo textil innecesario. Bueno, innecesario si no hubiese querido desde el principio incumplir su promesa de convocar elecciones. El hombre que repite cada dos frases «yo soy el presidente del Gobierno», en lo que no sabemos si es un ejercicio de autoayuda o de soberbia, no ha sabido calibrar la antipatía que iba a generar en la opinión pública que prometiese unas elecciones que ahora niega. De ahí deriva todo lo demás: indecisiones, rectificaciones, escándalos y lo que sin duda es mucho más preocupante: los reiterados intentos por pervertir la aritmética democrática en el Congreso y en el Senado con triquiñuelas ‘legales’ que no lo son. Pedro Sánchez ha copiado la perversa tendencia del populismo de derechas (PDECat) o de izquierdas (Podemos) de saltarse a la torera los informes jurídicos emitidos por los letrados de las instituciones. Aprende lo peor de sus apoyos parlamentarios.

Naranja. Ciudadanos, después de un par de meses de desorientación como pato en un garaje, parece recuperar su sitio. Descolocado al no tener ya a Rajoy cociéndose en la marmita, trató de reubicarse empezando por Cataluña. Cada cual tiene sus aposentos para el invierno. De ahí y tirando del racimo le ha salido volver a ser referente en la oposición parlamentaria. La tesis de Sánchez y la metedura de pata de Pablo Casado reprochando a Rivera lo de los lazos amarillos han ayudado bastante a que Ciudadanos esté de vuelta. Muchos perciben que los naranjas hacen oposición sin lastres, lo cual siempre es una ventaja. Lo de los lastres se entiende bien en Twitter: los únicos políticos que teclean menos que los del PSOE lo de la tesis de Sánchez son los del PP.

Azul. Dos meses después del advenimiento de Casado al PP no sé si Casado tiene al PP donde quiere. Su acción no será diáfana hasta que el Tribunal Supremo no se pronuncie sobre el máster. Nadie puede afirmar que la presidencia de Casado vaya a pasar de lo táctico a lo estratégico, o sea, si será un puente hacia Feijóo o un líder para siempre. Tal vez también eso, el horizonte judicial aún incierto, impidió que tomase la decisión de abrir al PP de arriba abajo, es decir, de celebrar primarias y congresos autonómicos y provinciales después de su nombramiento. Cuando en breve el Tribunal Supremo diga que lo del máster no tiene trascendencia jurídica se cerrará el paréntesis en el que se ha metido, y veremos, entonces sí, si Pablo Casado es un líder para el PP. O no, que dirían desde Santa Pola.

Víctor M. Serrano Entío es abogado