Currículos

Se entregan desde hace meses algunos políticos a la curiosa tarea del afeitado o incluso borrado de sus currículos. Allí donde dijo licenciado se cubre ahora por estudios universitarios, sin más precisión; quien empezó con un máster se conforma con trabajos imprecisos de posgrado; y, más todavía, el personal se está especializando en los programas de detección de plagios de tesis con un interés inusitado. Entre tanto supuesto máster no cursado, tesis copiadas o estudios imposibles jamás abordados, pocos se han parado a pensar que un elemento no desdeñable del arte de la política se basa en la voluntad de servicio público y en la capacidad de gestión, que no siempre están unidas a la máxima excelencia académica. La clase política española debería asumir con más naturalidad, sin recelos ni resabios, el papel de control de los medios de comunicación sobre los candidatos y sus líderes, como por ejemplo están acostumbrados desde hace décadas en el entorno anglosajón. El ruido de los intereses partidistas genera estos días una cierta confusión sobre la ética en la política, olvidando en ocasiones que esta no es un campo exclusivo de los líderes.