Por
  • Charo Zarzalejos

Torra en el teatro

Qim Torra, en el Teatro Nacional de Cataluña, en Barcelona.
Qim Torra, en el Teatro Nacional de Cataluña, en Barcelona.
EFE / Alejandro García

Ya es un hecho incontestable que es a través de las redes desde donde se hace política. Todo evoluciona tanto que hemos asistido a lo que se puede considerar ‘inicio de curso político’, nada menos que en un teatro, cuando toda la vida esto había tenido lugar en el Parlamento. Ha bastado la imperturbable decisión de los responsables políticos catalanes para que el Parlament sea sustituido por un teatro. Y allí, en un teatro, se plantó Quim Torra para avanzar las líneas básicas de la actuación del Ejecutivo catalán a corto y medio plazo. Sin duda, lo más inmediato es calentar el ambiente para la Diada, pero, con ser una fecha importante, más fondo tienen otras fechas, esas en las que se coronó el desafío más serio que ha sufrido el Estado desde los inicios de la democracia.

La intervención de Torra tuvo algo de homilía. Ese tono sosegado no logró, sin embargo, ocultar su nula disposición a trabajar por lo posible. Por el contrario, se regodeó en lo imposible, al igual que Puigdemont: la autodeterminación es el objetivo. Nada les va a hacer desistir. Ni que los Mossos estén en el centro de inteligencia para el terrorismo, ni que la ministra haya anunciado que en los presupuestos habrá especial atención a Cataluña, ni que sea con esta Autonomía con la única que se ejerce la bilateralidad. Nada les va a ha hacer renunciar a lo imposible, salvo una cosa, que no es otra que su derrota en las urnas.

El Gobierno, si como ha dicho su presidente tiene el firme propósito de lograr sus propios presupuestos, necesita a los independentistas catalanes. Por ello, y porque quiere explorar vías que, según el PSOE, abandonó el PP, nada más serio de lo que ya ha ocurrido va a ocurrir. Ni el Ejecutivo se va a levantar de silla alguna ni Torra ni su Gobierno van a caer en flagrantes ilícitos. Así seguiremos. Bordeando las líneas rojas hasta que se celebren los juicios por el ‘procés’. Será entonces cuando el tándem Torra-Puigdemont, valore la situación, caliente los hígados y, probablemente, opte por un adelanto electoral. Y, ¿saben?, volverán a tener mayoría en el Parlament. Mientras tanto, a ganar tiempo.

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