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  • Víctor M. Serrano Entío

Stranger Things

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Heraldo.es

Sabemos que la realidad es una pero que su visión es plural y diversa. Cuando la izquierda retoma el poder descubrimos, además, que vivimos en dos mundos paralelos que se bifurcan. Lo que el socialismo nos viene a decir es que España es un mundo descarnado e inhóspito del que la gente huye cuando gobierna la derecha pero es volver al poder y España es un mundo feliz. La España del PP era un agujero gris en el subsuelo con monstruos hambrientos y viscosos, ‘Upside Down’ mismo, y la España del PSOE un arcoíris del que se columpia una niña empoderada y con trenzas que dibuja con su sonrisa un futuro mejor. Una sonrisa solo comparable a las manos del presidente que, como es sabido, son manos que "marcan la determinación del Gobierno". Ahí es nada, porque si hay algo loable en el Gobierno es la determinación con la que rectifica.

Hace unos cuantos años, Aznar mandó construir la línea de AVE entre Zaragoza y Madrid. Sería 2.002. Un geólogo –cuyo nombre no buscaré en Google– llegó a la conclusión de que el AVE de Aznar no era seguro. De que ese tren de alta velocidad y alto riesgo caería irremediablemente en un profundo agujero. De manera inminente el tren caería en ‘Upside Down’, lo que en aragonés viene a traducirse como ‘dolina’. Organizó protestas y movilizaciones, alarmó en todo tipo de foros, y anunció en estas mismas páginas con un titular inolvidable: "Ni mi familia ni yo viajaremos en el AVE". El AVE en su línea Madrid–Zaragoza no se ha hundido aún. Han pasado unos dieciséis años y espero que no se hunda de hoy en adelante solo para hundirme a mi la metáfora. Sospecho que el reputado geólogo sí cogería el AVE centenares de veces, sobretodo, porque creo que el PSOE lo hizo diputado o lo enchufó en alguna comisión. Sea como fuere, en cuanto Zapatero ganó las elecciones, nunca más se escuchó de labios del geólogo la palabra ‘dolina’.

El Gobierno trata de convencernos de que tres meses y medio después de su advenimiento, el problemón catalán es un problema menor, no hay un problema de fondo en la economía, los datos del desempleo no son alarmantes, nuestras fronteras están protegidas, la sanidad pública es una maravilla –sobre todo la madrileña, como corrobora Pablo Iglesias– y nuestros jubilados no es que sean alemanes en un club de golf de Cádiz pero tampoco están tan mal. La regeneración democrática ya está hecha, porque ¿qué es la regeneración democrática para la izquierda?: que gobierne la izquierda. La España gobernada por la izquierda es un apacible condado, como el de Hawkins, que en el momento en que cae en manos del pérfido centro derecha vuelve a ser el atrasado Estado de Indiana en los 80. Es gobernar la derecha y Will Byers desaparece.

No sorprende, por todo esto, que la razón por la que Ciudadanos ha anunciado que rompe con Susana Díaz en Andalucía se la hayan tomado a pitorreo tanto el PSOE como sus aledaños mediáticos. ¿Romper un Gobierno por el tema de los aforamientos?, ¿por la regeneración democrática? Qué cosas dicen estos de Ciudadanos…, esos problemas son antiguos, son de cuando gobernaba Rajoy.

El Gobierno–de–la Dignidad es la regeneración misma y está por encima de estas cosillas. Así que están que aún no se creen que haya gente en política que piense que España tienen los mismos problemas que hace cien días en cuanto a Justicia, regeneración, transparencia, cultura democrática, independencia entre los poderes públicos, independencia en los medios públicos, etc. Cosas extrañas. Ya se sabe que hacerle oposición a la izquierda es crispar. Nada que ver con rodear el Congreso, escrachar en los portales familiares y otros leales ejercicios de oposición responsable.

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