Por
  • Víctor Orcástegui

Acritud y sutileza

La política española siempre ha sido agria, tirando a lo virulento.
La política española siempre ha sido agria, tirando a lo virulento.

La pugna política española, a pesar de aquel «sin acritud» que popularizó Felipe González, siempre ha sido agria, tirando las más de las veces a lo virulento. Al enemigo, ni agua; descalificación y tente tieso. Los asuntos, de este modo, toman fácilmente una disposición binaria sin matices de ningún tipo: o blanco o negro, o conmigo o el mal absoluto. Esta belicosa dinámica moviliza adhesiones entre los votantes más politizados, pero también enoja a muchos ciudadanos. Cabe no obstante pensar, y desear, que el nuevo escenario político, con cuatro partidos principales y sin posibilidad de mayorías absolutas, obligue a los dirigentes a idear estrategias menos ariscas y más comedidas, de trazo más fino. A fin de cuentas, a partir de ahora, se sabe con certeza que alguno, o algunos, de los adversarios políticos será también un aliado necesario si es que se quiere gobernar; y todos quieren mandar, de eso no hay duda. Parece por eso que debería imponerse una crítica más modulada, una mayor flexibilidad en el combate de posiciones, incluso una visión más matizada de la realidad. La cuestión es saber si nuestros dirigentes políticos serán capaces de tanta sutileza. Crucemos los dedos.