Acostumbrados a la práctica abusiva de la elección por cooptación, los partidos políticos en España siguen padeciendo una verticalidad acusada en la toma de decisiones, lo que en la práctica se tiende a traducir en un temor ante el líder. El miedo a salir disparado de las listas, la tiritona ante la posibilidad de quedar eliminado de la foto, la extraña práctica de los ajustes de cuentas, de las supuestas traiciones. Ha sucedido en todos los partidos y ha planeado con fuerza en los días previos a la celebración del Congreso del Partido Popular: la prudencia extrema ante el posicionamiento, el cálculo milimétrico de las opiniones siguen abonando la teoría de que los partidos necesitan en España una transformación que los coloque ante los ojos de los ciudadanos de una manera más atractiva. La existencia de un censo de afiliados hinchado del Partido Popular demuestra hasta qué punto es necesaria una reflexión sobre la verdadera labor de los partidos, imprescindible, más allá de su funcionamiento como maquinarias de poder. En su primeras primarias, el PP ha demostrado que tiene un largo camino por recorrer: nulo debate y excesivos miedos.