Por
  • Guillermo Fatás

Chaparrón de sucesos

La ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez
Báñez anuncia sanciones a las empresas por cada contrato temporal sin justificar
Efe

Los españoles pueden sentirse afortunados, pues tienen dónde elegir en materia de hechos asombrosos, de esos que los antiguos recogían en antologías de prodigios. La vida del país ha entrado otra vez en estado de agitación. Y es de ver cómo los ciudadanos, que notan esa inquietud como una especie de comezón primaveral, andan entre boquiabiertos y curiosos, preguntándose en qué quedará todo, pero haciendo su vida ordinaria como si tal cosa. Ya escampará, parece pensar la mayoría. He aquí algunos hechos reveladores del estado de las cosas.

Rubianes y el facha

Cuando al almirante Cervera sufrió aquella jornada simbólica del Desastre, en 1898, que dejó a España sin flota oceánica y casi yerta a los ojos del mundo, Mussolini era un chaval de quince años. Pero el caso de la supresión de su calle en Barcelona no debe enjuiciarse desde esta consideración erudita. A la alcaldesa Colau se le da un ardite de la cronología, pero no por ignorancia –que también–, sino por oportunismo. Le cambia el rótulo a la vía para dedicarla a un desdichado cómico del montón, principalmente para ofender a los ‘fachas’ y engallarse así ante sus electores más incondicionales. No se trata de que el almirante Cervera fuera o no fascista, ni de que Colau sea un compendio de ignorancias históricas. Lo que de veras ocurre es esto otro: el insulto más descalificador para el populismo estrepitoso de izquierdas es ‘facha’. El ‘facha’ compendia todos los males, como el judío en la Alemania nazi. Contra un ‘facha’, el desmán está justificado axiomáticamente, es cuestión de principios. El abuso deja ipso facto de serlo si se comete contra el ‘facha’ y por eso se convierte en ‘facha’ a un almirante que, hace ahora ciento veinte años, obró según su leal entender con riesgo de la vida. Y, además, ¿quién diantre conoce a Cervera? En cambio, en la Barceloneta, muchos saben quién fue Rubianes, el simpático gallego que empleaba a España como objeto de expresiones obscenas ("La unidad de España me suda la polla"), con gran regocijo de su entrevistador de TV3 y el apoyo de las juventudes socialistas, en la compañía sonriente de Carme Chacón (antes de ordenar "¡Capitán, mande firmes!", para gritar ¡Viva España! por exigencias del guión). Que dentro de unos años Rubianes esté en completo olvido y Cervera siga presente en los anales es lo que menos preocupa a la proteica alcaldesa de la Ciudad Condal. Epíteto histórico, por cierto, que debiera ser proscrito por decreto de la alcaldía, dadas sus obvias connotaciones no solo ‘fachas’, sino feudales.

Báñez manipuladora

La ministra Báñez afirma que el empleo entre los jóvenes ha aumentado en estos meses diez veces más de lo que lo ha hecho en la rica Alemania. Un exitazo. Lo que omite, con gran desvergüenza, es que el paro juvenil alemán es del 7,1% frente al español del 36,3%. ¿Cómo va a menguar en Alemania en proporción similar? Báñez falsifica la realidad, según la manida técnica de hacer decir a los números mentiras, amparadas en el aspecto objetivo de los dígitos. Un Gobierno que ha logrado mejoras económicas no debiera embarrarlas tomándonos por necios.

Insólita Cifuentes

Un alumno no está nunca en posesión de actas. Cifuentes insólitamente exhibió una, que insólitamente le envió el rector, insólitamente sin habérsela pedido, y que insólitamente estaba falsificada por un insólito catedrático que dice hacerlo por insólito mandato superior, omitiendo insólitamente que un rector no puede ordenar tal y cosa y, si lo hace, debe ser, uno, desobedecido y, dos, denunciado. La licenciada Cifuentes promete que no hará uso del título fullero: "No debí aceptar las facilidades que se me ofrecieron". O sea, que lo obtuvo con enchufe. Es el colmo.

Valeroso Savater

Fernando Savater ha denunciado el martes la desvergüenza de las autoridades separatistas navarras, con Uxue Barkos en cabeza, que disimulan la condición violenta, vengativa y matonil de la manada de agresores a los guardias civiles de Alsasua. Honrado sea.

Sabios juristas

Estos días España ha vivido una epifanía de juristas –de juristas verdaderos–, que se han expresado públicamente de forma esclarecedora: Sosa, Gimbernat, Nieto, Freixes, Mangas, tres magistrados del Tribunal Supremo –Colmenero, Monterde y Jorge– y un notable sabio alemán (economista y sevillano de cuna) Jürgen B. Donges. Han razonado de modo frío y preciso contra la decisión del tribunal de Schleswig-Holstein sobre Carles Puigdemont.

El asunto está lejos de concluir, por desgracia para el fugado presidente virtual de esa entelequia ilegal a cuyo frente anhela estar. Ni con la ayuda inesperada de Montoro –que, repárese, no es incompatible con las tesis de Llarena: para malversar no es preciso haber hecho efectivo un pago–, le va a ser fácil eludir sus graves responsabilidades legales. Como debe ser. Se llama estado de derecho.