Estupor

Los padres del pequeño Gabriel Cruz.
Ángel y Patricia, padres de Gabriel.
20M

Acostumbrados a consumir decenas de imágenes de injusticias, insolidaridad y terror que nos sacuden a diario, acabamos por convertirnos en destinatarios de información con una limitada capacidad para la sorpresa. La piel del receptor de las noticias, en verdad, ha terminado por endurecerse ante la superposición de historias que estremecen. Sin embargo, hay momentos en los que nos explotan en nuestras propias entrañas hechos que se antojan abominables. La tragedia del niño Gabriel ha generado en la sociedad española un movimiento instantáneo de estupor, tristeza acusada, dolor y solidaridad que genera un escalofrío en cualquier conciencia. Más allá de los detalles de una investigación que seguirá su curso, más allá de la mente depravada de quien asesina a un niño, queda la imagen del dolor infinito de unos padres a quienes han arrebatado a un hijo de la manera más cruel y salvaje. El crimen de Gabriel, el infortunio de Patricia y Ángel, pudo tener otros nombres, otra localidad, otro escenario. Y eso es precisamente lo que acongoja a todo un país, que sigue con perplejidad el desarrollo de una noticia insoportable.