Prevención democrática

Cuando se dice que en una formación política hay una corriente radical y otra moderada, una sospecha insidiosa se apodera de mí. Así que, ante la posibilidad de que haya un Podemos abiertamente izquierdista y callejero, encabezado por Pablo Iglesias, y otro más templado e institucional, representado por Íñigo Errejón, he procedido a buscar información fehaciente que me mostrara si la alarma que sentía era justificada. A tal fin, en lugar de dejarme llevar por las interpretaciones ajenas, frecuentemente espurias, he procurado acudir a las fuentes primarias, es decir, a las declaraciones y a los textos de los dos políticos aludidos, dando por sentado que, por más que ellos quisieran, y estoy seguro de que querrían, dada la cercanía de la que presumen, sus muchas y altas responsabilidades no les permitirían atenderme personalmente.


Pues bien, por lo que se refiere a sus declaraciones, confieso que apenas me han sido de utilidad, ya que consisten en un toma y daca de escasa enjundia y al que le sobran guiños con resonancias íntimas, las cuales me provocan un inconfesable placer, no lo niego, conforme a mi natural tendencia a lo cursi, pero cuyo significado real no alcanzo a entender. Por el contrario, sí que he encontrado textos que me parecen reveladores. Escritos que proponen crear un "soporte simbólico, afectivo y mítico", que hablan de la "construcción colectiva de un relato" y que defienden que Podemos llegue a ser un "movimiento" que supere las limitaciones propias de un mero partido político.


Gracias a estos mensajes de signo totalizador empecé a entender la esencia del asunto, que me quedó todavía mucho más clara al leer que "cada vez que los sectores más desfavorecidos de la sociedad se han hecho mayoría política, no ha sido reivindicando ser una parte, la izquierda, sino construyendo un nuevo todo, el núcleo de un proyecto nacional-popular". Estas palabras han sido escritas en tiempos recientes por el moderado Errejón. Habrá a quien le gusten y lo respeto, pero yo no puedo evitar oír la alarma y entrar en estado de prevención democrática.