​Rajoy se apoltrona en el confort de su discurso electoral

?El presidente sólo entró en el cuerpo a cuerpo con Rivera para defender su legitimidad como candidato pese a los casos de corrupción.

Rajoy, junto a Pedro Piqueras.
Debate entre Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera
Agencias

No estaba dispuesto a asumir grandes riesgos y Mariano Rajoy encontró ayer en el plató de la Academia de la Televisión el escenario perfecto para su mitin del primer lunes de campaña. Los reproches del resto de adversarios sirvieron al presidente de los populares para reafirmarse en su relato de éxitos al frente del Gobierno y deslizar una y otra vez los dos mensajes que sustentan su discurso: la experiencia de gestión y la creación de empleo. Sólo la corrupción acabó por arrastrarle fuera de su zona de confort.


La dirección electoral del PP había diseñado al milímetro el perfil de Rajoy en el debate: "Presidencial, solvente, con palabras de un gobernante". Los mensajes del equipo de campaña subrayando la trayectoria de su candidato como jefe del Ejecutivo inundaron, de hecho, la sala de prensa mientras en el atril el cabeza de cartel de los populares se despachaba con los mismos mensajes recurrentes de los actos de partido. "Aquí no se viene a hacer prácticas, al Gobierno se viene aprendido", reprendía despojándose de complejos generacionales.


En una campaña trazada para amarrar su masa electoral y recuperar al votante defraudado que en los pasados comicios optó por Ciudadanos o la abstención, el presidente se resiste a abandonar el discurso sencillo y reconocible con el que busca trasladar que o gobierna el PP o se corre el riesgo del fin de la recuperación económica. Que o quienes abandonaron la casa de los populares vuelven con su papeleta, o el extremismo se hará con la Moncloa. Sin necesidad de explicitarlo, "en positivo", como repiten a su alrededor, sin demasiados dramatismos. Pero el destinatario de sus advertencias está definido. "Los debates son para reafirmar los tuyos y para convencer indecisos", se explicaban ayer en el entorno del presidente, convencidos de que la cita a cuatro era "importante", pero en ningún caso "trascendental".


Con esa tranquilidad se acercó Rajoy al plató de televisión. Y pese a tener la réplica preparada, sólo en el capítulo relativo a la corrupción decidió salir al campo de juego y entrar en el cuerpo a cuerpo con su adversario directo, Albert Rivera. Subió el tono e incluso arrojó sombras "inquisitoriales" sobre la postura del presidente de Ciudadanos, que cuestiona la idoneidad del líder de los populares para la nueva etapa política. Fue el momento más espinoso. Tampoco dudó el candidato conservador en insinuar al PSOE que tras rechazar al PP su destino es perder la hegemonía en la izquierda.

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