Villar del Pozo, apenas 50 vecinos viven aquí durante todo el año. La mayoría son jubilados y los que todavía trabajan lo hacen en el campo. A pie de calle, retazos de un día que se apaga: gente tomando el fresco o barriendo su puerta y algún que otro ‘corrillo’ en la plaza. Este pueblo manchego es el más cercano al Aeropuerto de Ciudad Real, el primero construido con capital privado y cerrado desde 2012 tras comenzar a funcionar casi cuatro años antes.

Por ello es inevitable que en estas improvisadas charlas se especule sobre quién finalmente se quedará el aeródromo. “El lunes no voy a quitar ojo a la televisión a ver qué pasa con esto que dura ya más de la cuenta. Tengo 76 años y al menos me gustaría volver a verlo funcionar antes de marcharme”, comenta Máximo. De hecho, será ese día cuando se conozca si la subasta celebrada en julio en el Juzgado número 4 de Ciudad Real queda en papel mojado o no. Si no hay otro comprador dispuesto a pagar al menos 28 millones de euros, el grupo inversor Tzaneen Internacional –único postor- se hará con el recinto aeroportuario por la cantidad de 10.000 euros.

Para la construcción de la infraestructura, muchos tuvieron que vender sus tierras. Por ello, el futuro del aeropuerto no es un tema menor. Luis, agricultor retirado, se confiesa desilusionado al tiempo que cree que algún “as hay guardado” para evitar que los terrenos tan sólo sirvan de plató para películas como ‘Torrente 5’ o de anuncios con el actor Jean-Claude Van Damme de protagonista.

Una pista de aterrizaje de 4.000 metros sobre la que se han interesado más de una decena de compañías. Una de las ofertas más detalladas durante el proceso concursal del aeropuerto fue la de la empresa aragonesa Kriber Airlines. Una entidad que afirmó en 2013 contar con un aval de compra por valor de 40 millones de euros. Sin embargo, nunca formalizó una propuesta que cumpliera con los requisitos legales.

A la espera de que se cierre el último capítulo en el proceso de venta de la infraestructura, el abogado de la sociedad CR Aeropuertos, Jesús Barroso, explica que las expectativas de una resolución satisfactoria para las partes “son nulas”. En declaraciones a este diario, el representante legal de la sociedad concursada argumenta que, por el momento, “ningún inversor ha mostrado un interés real por la compra del aeropuerto y al menos nosotros tenemos serias reservas sobre los verdaderos intereses de Tzaneen Internacional”. En este sentido, la subasta judicial no incluye los terrenos industriales del aeropuerto. Terrenos cruciales para la explotación de una terminal de mercancías.

Una salida que para Carlos Marín, presidente de la Federación de Empresarios de Ciudad Real (Fecir), es la única. Un puerto logístico internacional que dé respuesta a la creciente demanda del sector exportador de una provincia estratégicamente situada. “Nos hemos ilusionado y desilusionado con el proyecto tantas veces que al menos la experiencia nos pide prudencia”, afirma el responsable de la patronal. Por este motivo, Carlos Marín prefiere no creerse nada “hasta que no veamos un plan de empresa serio, que ponga negro sobre blanco”.

Con todo, el nuevo comprador se encontrará con un primer obstáculo: conseguir la licencia aeroportuaria que permita en un futuro retomar la actividad en el aeropuerto Central. La Agencia Estatal de Seguridad Aérea decidía hace un mes no prorrogar su licencia.