"No contestaré absolutamente a nada. No me quitaré el audífono para no escucharles"

Jordi Pujol ha mostrado diversas facetas de su personalidad en su comparecencia en la comisión.

Jordi Pujol en una foto de archivo.
"No contestaré absolutamente a nada. No me quitaré el audífono para no escucharles"
Reuters

Si el "això no toca" (esto no toca) fue una de las frases fetiche en los 23 años de Jordi Pujol al frente de la Generalitat, su comparecencia en la comisión de investigación del Parlament deja su "dicen, dicen, dicen" como sarcástica respuesta a las reiteradas preguntas de los diputados sobre su fortuna oculta.


Pujol ha abierto esta tarde un carrusel de comparecencias que llevarán a toda su familia a la Cámara, este lunes también a su mujer, Marta Ferrusola, y a su hijo mayor, Jordi Pujol Ferrusola, y en las próximas semanas al resto de sus hijos.


Con su inconfundible estilo, a veces irónico y dicharachero, otras tajante e indignado, Pujol ha acudido a la comisión sobre fraude fiscal dispuesto a no atender a las preguntas de los grupos parlamentarios, si bien finalmente ha acabado entrando en un toma y daca que no ha servido para alumbrar demasiadas novedades.


A diferencia de cuando compareció voluntariamente cinco meses atrás en la Comisión de Asuntos Institucionales, visita que acabó con una dura reprimenda a los diputados, Pujol ha regresado al mismo escenario, esta vez como imputado, condición que no ha impedido que en la Sala de Grupos se haya visto a un expresidente más relajado.Pausado y tranquilo


A las tres de la tarde, con traje gris y corbata azul cielo, Pujol ha llegado con pausa entre una marabunta de cámaras. Ya en su silla, tras beber agua, limpiar sus gafas, una última ojeada a sus apuntes y observar detenidamente a los diputados, ha leído una intervención que traía preparada de casa.


Cinco minutos en los que ha pedido "disculpas" si tuvo "una cierta crispación en algún momento" en su anterior comparecencia, pero se ha reiterado en su declaración anterior en el Parlament y ante el juez. "Y no tengo nada más que añadir". Una frase que ha sido una constante durante la hora y media de comparecencia.


Pero aunque el formato debía ser el de cinco minutos de preguntas por grupo y posterior respuesta, el Pujol más genuino ha decidido saltarse el guión y entrar en un constante intercambio dialéctico.


Dinámica que ha hecho sudar de lo lindo a dos personas. Por un lado, al presidente de la comisión, David Fernández (CUP), con una camiseta blanca con la palabra "Allende". Con una mano controlaba el cronómetro y con la otra tenía que abrir continuamente el micrófono de Pujol cuando intervenía a su antojo, además de hacerle de intérprete improvisado ante preguntas que no escuchaba bien.


A unos metros, entre los sesenta asistentes, se movía inquieto en su asiento Cristóbal Martell, abogado de Pujol. Con un abanico de documentos, negaba con la cabeza a varias preguntas o hacía gestos al exdirigente para que cortara su respuesta o rebajara el tono, algo que también ha hecho con la esposa de Pujol.

Cambios de humor


Entre risas a veces, otras con visible enojo, el expresidente se ha mostrado crítico con los diputados, entre los que no había ninguno de los principales líderes de la oposición.


El intercambio más acalorado ha sido con Oriol Amoròs (ERC). La alusión a Banca Catalana de Jordi Terrades (PSC) le ha hecho removerse en su asiento. Santi Rodríguez (PPC) ha mostrado un logo "vintage" de CDC en forma de árbol y la insinuación de los "nidos que han de caer". Y si Pujol ha acusado a Carlos Carrizosa (C's) de "tergiversar", en el turno de Marc Vidal (ICV-EUiA) -el interrogador más duro-, ha preguntado a Fernández quién era ese diputado.Sin pila en el audífono


El momento más distendido ha sido cuando ha pedido a Isabel Vallet (CUP) que "hablara más alto", porque se le había "acabado la pila" del audífono. "Son las miserias humanas", ha añadido, antes de preguntar si se había acabado la comparecencia y podía marcharse. "No. Falta un grupo", ha recordado Fernández. Se trataba de CiU.


Pero ha sido tras la decisión de agregar un minuto más de intervención por grupo cuando Pujol ha dejado su frase para la posteridad. "Dicen, dicen, dicen", ha repetido al considerar que las insinuaciones de los grupos no tenían prueba alguna.


"No contestaré absolutamente a nada, esto no es serio. No me quitaré el audífono para no escucharles, pero hagan lo que quieran", ha dicho, a lo que Fernández ha ironizado: "Eso es poco pujolista".


Justo al acabar su comparecencia, su mujer salía con un taxi desde su casa rumbo a un Parlament donde ha dejado claro que, "con todo el respeto", no iba a declarar nada, aunque ha acabado imitando a su marido, más incómoda y con respuestas más escuetas.


Ha dicho que su "memoria era muy pequeña" e incluso ha negado que sus hijos tuvieran un nivel elevado de vida ("van con una mano delante y otra detrás"),asegurando que el Ferrari que compró su hijo mayor estaba "totalmente desvencijado". "Estoy orgullosa de mis hijos", ha dicho la matriarca de los Pujol, antes de concluir con dureza: "Este diálogo me da pena, Cataluña no se merece esto".