Dimisiones en democracia: Dívar no está tan solo

La dimisión de Carlos Dívar como presidente del Tribunal Supremo es el último eslabón, por ahora, de una larga cadena de renuncias, por muy diversos motivos, de relevantes cargos institucionales desde la etapa de la Transición.


Una sucesión de retiradas en medio del sentir generalizado de que a la cultura de la dimisión aún le queda mucho recorrido para echar raíces profundas en España y que el apego al cargo hace que la decisión de abandonarlo llegue muy tarde y sólo después de una gran presión política, social o mediática.


Cuando se habla de dimisiones políticas, la primera imagen que aparece en la retina de muchos españoles es el adiós de Adolfo Suárez a la presidencia del Gobierno tras las guerras intestinas en UCD y unas semanas antes del 23F.


Pero antes de ese gesto de Suárez, varios miembros de su Gabinete abandonaron las responsabilidades asumidas, entre ellos en 1977 el que fuera ministro de Marina, Gabriel Pita da Veiga, por su disconformidad con la legalización del PCE o, en 1978, el vicepresidente económico, Enrique Fuentes Quintana, por diferencias con los titulares de otras carteras.


Si al siguiente presidente, Leopoldo Calvo Sotelo, le dimitieron dos ministros (Francisco Fernández Ordóñez para crear su propio partido antes de regresar al Gobierno de la mano de Felipe González, y José Luis Álvarez, que también abandonó UCD), el primer presidente socialista recibió la renuncia de siete.


Entre ellos, Alfonso Guerra, en 1991, tras el escándalo de los negocios de su hermano Juan.


El vicepresidente Narcis Serra y el ministro de Defensa Julián García Vargas dimitieron en 1995 por las escuchas ilegales del CESID; el titular de Interior José Luis Corcuera dos años antes tras declararse inconstitucionales dos artículos de la ley de seguridad ciudadana que él impulsó; y su sucesor Antoni Asunción, en 1994, por la fuga de España del exdirector de la Guardia Civil Luis Roldán.


A ellos se sumó en 1992 el responsable de Sanidad Julián García Valverde por la venta irregular de unos terrenos cuando era presidente de Renfe, y dos años después Vicente Albero, como ministro de Agricultura, por no declarar a Hacienda veinte millones de pesetas.


Otra dimisión sonada en la era González fue la de Baltasar Garzón como delegado del Plan Nacional sobre Drogas, al ver frustradas su aspiraciones a ocupar la cartera de Interior, según se publicó entonces. No duró ni siquiera un año en ese cargo tras abandonar su puesto de magistrado y convertirse en el fichaje estrella socialista en las elecciones de 1993.


José María Aznar tuvo también sobre la mesa la dimisión de su ministro de Trabajo Manuel Pimentel, quien decidió dar ese paso tras conocer que la esposa de su director de Migraciones poseía una empresa de formación que obtuvo fondos públicos.


La etapa de José Luis Rodríguez Zapatero en la Moncloa dejó la dimisión, por razones personales, de José Bono como ministro de Defensa y la de Mariano Fernández Bermejo en Justicia tras participar en una cacería, sin licencia, junto al juez Garzón después de que éste iniciara una investigación por una supuesta trama de corrupción ligada al PP.


La lista de presidentes autonómicos dimitidos tiene a Francisco Camps como la imagen más reciente (por el caso de los trajes) y la más lejana en el socialista Demetrio Madrid, en 1986, por supuestas irregularidades en la venta de una empresa textil. Los dos fueron absueltos por la Justicia.


Entre medias, el murciano Carlos Collado dimitió en 1993 por presuntas irregularidades en la compra de unos terrenos -también fue absuelto-, el cántabro Juan Hormaechea lo hizo en 1994 tras ser condenado por malversación de caudales públicos (permaneció en funciones varios meses ante la falta de un sustituto), y el aragonés José Marco renunció en 1995 por una trama de espionaje político.


En 1996, el navarro Javier Otano dejó el cargo al ser investigada una cuenta en Suiza relacionada con el "caso Roldán".

La absolución de la Justicia llegó igualmente a la directora de RTVE Pilar Miró después de que dimitiera en 1989 acusada de malversación de fondos por gastos en vestuario.


Veinte años más tarde, en 2009, dejó el cargo el director del CNI Alberto Sáiz al ser acusado del uso de fondos públicos para fines privados.


Pilar Valiente, que fuera presidenta de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, renunció a continuar en el cargo en 2001 tras detectarse, durante las investigaciones del "caso Gescartera", un desfase patrimonial de cincuenta millones de euros en la entidad que presidía.


Si reciente es la dimisión de Rodrigo Rato al frente de Bankia, cinco años antes él mismo protagonizó por razones personales la que le llevó a dejar la dirección del FMI.


Otras instituciones y entes públicos tienen también su particular historia de dimisiones. Entre ellas, RTVE vivió dos en el lapso de año y medio: en noviembre de 2009 Luis Fernández y en julio de 2011 Alberto Oliart.