POLÍTICA INTERNACIONAL

España vivió una presidencia de la UE muy complicada

El gobierno español tuvo que lidiar con la mala situación financiera, la crisis de Grecia, el rescate de la eurozona ante los ataques de los mercados y las suspensiones de las cumbres con Estados Unidos y la de la Unión por el Mediterráneo.

El presidente del Gobierno, Jose Luís Rodríguez Zapatero muestra al rey el distintivo que acredita a España en la presidencia de la UE
España vivió una presidencia de la UE muy complicada
EFE

La que se preveía que fuera una presidencia de turno para allanar la recuperación económica en la UE acabó siendo un semestre en el que España vio empañadas buena parte de sus expectativas debido al empeoramiento de la crisis y a la agónica situación de países como Grecia.


La suspensión de la cumbre con Estados Unidos, por la decisión del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, de atender su agenda doméstica, y la de la Unión por el Mediterráneo, por el estancamiento del diálogo entre Israel y Palestina, también emborronó un mandato con más sobresaltos que resultados.


Obligado por la coyuntura y por las nuevas reglas del Tratado de Lisboa, el jefe del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, tuvo que sacrificar el lucimiento que otorga a un país estar al frente de la UE para arremangarse en pro del rescate colectivo de la eurozona ante los ataques de los mercados.


Desde el 1 de enero y durante los seis meses del mandato, España debió lidiar con una situación económica que se fue agravando hasta que estalló con la crisis de Grecia.


Este colapso abocó a la UE a poner en marcha el primer 'plan salvavidas', al que seguiría el de Irlanda el pasado noviembre, aprobando entre medias un mecanismo de blindaje financiero de hasta 750.000 millones con el que se coronó el semestre español.


Esta decisión vino acompañada del acuerdo sobre los objetivos básicos que los países de la UE deberán cumplir en materia de empleo, innovación, educación, cambio climático e inclusión social en la próxima década, compendiados en la llamada Estrategia 2020.


La presidencia española alumbró además un consenso para aplicar una tasa bancaria para rescatar a entidades financieras sin recurrir a dinero público y reforzar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento con un sistema previo de vigilancia de los presupuestos nacionales y sanciones a quienes incumplan las metas fijadas.


A estos acuerdos se unieron los sellados en el ámbito comercial con los países del Mercosur, Centroamérica, Colombia y Perú en el marco de la cumbre UE-América Latina, la cita más exitosa del semestre.


El impulso de la orden europea de protección a las víctimas de la violencia de género y del coche eléctrico y la firma del acuerdo de intercambio de datos bancarios con Estados Unidos en materia antiterrorista también compensaron los contratiempos que hubo que sortear.


El de España fue el primer mandato rotatorio completo bajo el Tratado de Lisboa, lo que provocó que la nueva Comisión Europea no comenzara a trabajar hasta finales de febrero.


Este retraso ralentizó algunos de los objetivos fijados por el Gobierno de Zapatero en las distintas áreas.


También fue novedosa la convivencia con las nuevas figuras comunitarias, el presidente estable del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, y la responsable de política exterior, Catherine Ashton.


Además de protegerlos de las críticas recibidas por su falta de capacidad para el cargo, Zapatero, a costa de perder notoriedad personal, se esforzó en potenciar el papel de ambos y ayudarlos en asuntos enrevesados como el arranque del Servicio Europeo de Acción Exterior, el nuevo cuerpo diplomático de la UE.


Otras huellas que dejó el mandato español fueron el apoyo firme a la adhesión de Turquía, la primera cumbre UE-Marruecos y la puesta en marcha de la iniciativa legislativa ciudadana, encaminada a aproximar a la gente a las instituciones europeas.


También será recordado por las crisis sobrevenidas que hubo, como los terremotos de Haití y Chile o el contencioso de los visados entre Libia y Suiza.


Entre los retos que no fructificaron, estuvo el intento de suavizar la política de la UE con Cuba, empeño personal del ex ministro de Exteriores Miguel Ángel Moratinos, quien se consoló con el compromiso de los socios europeos de reflexionar sobre la conveniencia de entablar un mayor diálogo con la isla.


España, que había presidido la UE en tres ocasiones (1989, 1995 y 2002), no lo volverá a hacer hasta después de 2020, cuando se fije el nuevo calendario de rotaciones entre los socios europeos.