PRIMERA JUEZ HISPANA DEL TS DE EE.UU.

Sotomayor rectifica ante el Senado

Llegó la hora de satisfacer a los legisladores sin decepcionar a sus hermanos de raza, que han organizado fiestas por todo el país para seguir en directo la audiencia de confirmación de la primera hispana nominada para el Supremo.


Sobre la mesa, los comentarios que Sonia Sotomayor hiciera hace ocho años en la Universidad de California, de Berkeley: «Yo esperaría que una mujer latina con la riqueza de su experiencia a menudo alcance una conclusión mejor que la de un hombre blanco que no ha vivido esas experiencias», dijo entonces, sin imaginar cuántos problemas le traería.


La frase, rescatada de los archivos, ha alimentado la polémica y ha servido para que más de un digno senador la llame racista y ponga en cuestión el criterio que aplicará cuando alcance el máximo asiento judicial del país. Ése desde el que se modela cada centímetro de la vida política, económica y social de Estados Unidos, y que por ser vitalicio probablemente le permita ver pasar a varios presidentes.


No había forma de enderezar esa declaración como para contentar a tanto hombre blanco que se ha sentido amenazado. Sólo quedaba retractarse, y Sotomayor no dudó en hacerlo, con ese tono pausado y sumiso que ha adoptado para navegar las reticencias de los senadores que votarán su nominación a final de semana.


«El concepto de las palabras que usé creó un malentendido», reconoció. «Quiero poner por delante, inequívocamente y sin dejar lugar a dudas, que yo no creo que ningún grupo étnico, racial o de género tenga ventaja sobre el juicio sensato», afirmó tajante. «Lo que yo creo es que cada persona tiene las mismas oportunidades de ser un juez sabio al margen de su pasado y de las experiencias que ha vivido», remarcó.


Sotomayor, hija de emigrantes puertorriqueños afincados en el Bronx, admitió sin cortapisas que había elegido las palabras equivocadas en un intento retórico con el que pretendía «inspirar a los jóvenes estudiantes de Derecho hispanos y latinos para que vieran su propia experiencia como un valor añadido al proceso».

Demanda reciente


No con ello ponía punto final a la acusación de formular opiniones racistas basadas en su resentimiento social, que es lo que realmente temen los estadounidenses. Todavía le persigue un caso en el que recientemente el Supremo le ha llevado la contraria.


Se trata de la demanda de los bomberos de New Heaven (Connecticut), que sufrieron los efectos de la discriminación positiva cuando el resultado de sus pruebas para ascender fue invalidado porque ningún afroamericano había alcanzado el mínimo requerido.


La ciudad temía una oleada de demandas por discriminación si sólo ascendía a los blancos. Sotomayor, que estaba entonces en el tribunal de apelaciones, rechazó el recurso de los dieciocho bomberos sin mucha elaboración. El Supremo, sin embargo, revirtió su decisión el mes pasado.


La juez también tuvo que explicar ayer cuál será su posición en temas tan controvertidos como hasta dónde llega la autoridad del presidente, que probablemente tenga que sopesar en el banquillo si algunas de las demandas contra el Gobierno de George W. Bush prosperan. «Nadie está por encima de la ley», adelantó sin querer especular. «Como magistrada, yo no hago la ley, sólo decido si existe una ley que aplicar al caso que me hayan puesto delante», concluyó. Y eso sí debía tranquilizar a los legisladores, que no quieren competencia judicial.