ISRAEL

Netanyahu recurre al Rey de Jordania para intentar amortiguar el choque con EE. UU.

Ambos líderes se reúnen el lunes en Washington. Obama ha pedido al Rey Abdalá que lidere una nueva oferta de paz árabe. El monarca advierte a Netanyahu que no hay alternativa a la solución de dos Estados.

La agenda oficial de Benjamin Netanyahu tenía este jueves señalada en rojo una reunión con el Papa antes de las cuatro de la tarde en Nazaret, una cita metida con calzador en el protocolo del Vaticano, que el primer ministro de Israel había exigido en persona. Por eso sorprendió tanto que, pocas horas antes, su oficina anunciara que Netanyahu salía en viaje relámpago rumbo a la lejanía del Mar Rojo para entrevistarse en Aqaba con el rey Abdalá II, en lo que se ha entendido como un acelerado encuentro preparatorio de la cumbre que el jefe del Gobierno israelí celebrará el lunes 18 en Washington con Barak Obama. Un momento crucial, del que pende buena parte de las relaciones entre ambos países y el futuro inmediato de Oriente Próximo, donde EE. UU. no contempla otra alternativa que establecer ya un Estado Palestino.


El repentino viaje hace pensar que Netanyahu no está tranquilo.


Sólo hace tres días que voló a Egipto para ver a su presidente, Hosni Mubarak. Pero mientras se resiste a aceptar la creación de ese Estado y trata de eclipsar el debate imponiendo otro sobre la necesidad de frenar la "amenaza existencial" iraní, a su alrededor, la agenda de sus vecinos árabes moderados ha tomado rumbo propio.


Formulan, por encargo de Obama, una "nueva oferta de paz", capitaneada, precisamente, por el rey Abdalá II, cuyo padre fue en 1994 el último líder de un país árabe en firmar un tratado de paz con Israel. En su frenética actividad diplomática de las últimas semanas, el monarca Hachemita, -que fue el 21 de abril el primer líder de Oriente Próximo recibido en la Casa Blanca-, ya ha discutido la petición norteamericana con su homólogo de Arabia Saudí en Riad, con el presidente palestino, Mahmud Abbás y con el sirio, Bashar Al Asad.


El resultado está siendo una revisión para profundizar en los detalles de la llamada "iniciativa árabe de paz" de 2002, que contempla la apertura de relaciones diplomáticas de los 23 países árabes de la Liga con Israel a cambio de su retirada a las fronteras de 1967, más el establecimiento de un Estado Palestino desmilitarizado con capital en Jerusalén. También, la designación de la Ciudad Vieja como "zona internacional", el retorno de algunos refugiados de 1948 y la naturalización en sus actuales países de residencia de otros. Y una condición primera: si no hay movimientos vigorosos de Israel hacia esta paz, los moderados árabes no harán frente común con el Gobierno judío contra Teherán.


Posición de fuerza


Poco ha trascendido de lo que Netanyahu y Abdalá II hablaron este jueves de puertas para adentro en su fugaz entrevista privada.


Pero el comunicado oficial emitido por la Casa Real Hachemita deja claras las presiones y la posición de fuerza de los árabes: el monarca, dice la nota, instó al gobernante israelí a "declarar inmediatamente su compromiso con la solución de dos Estados", con la advertencia de que "Israel no obtendrá seguridad ni estabilidad si a los palestinos no se les permite ese derecho y tener una oportunidad de vivir en paz".


"Cualquier conversación sobre el fortalecimiento económico al margen del marco de una solución política ( ) será rechazada", añade el escrito, en abierta alusión a la contrapropuesta defendida por Netanyahu de alcanzar con los palestinos lo que llama una "paz económica", en la que sus vecinos sólo ven una maniobra dilatoria para no hablar nunca de fronteras.


La réplica del primer ministro israelí, según informaron escuetamente los medios locales, fue la de siempre: "creo en cambiar la realidad sobre el terreno", dijo, e insistió en que hablará con los palestinos, pero en los ámbitos "diplomático, de seguridad y económico" por separado. De trasladar el lunes a Barak Obama la misma visión, el choque está asegurado, y probablemente, también cambios en las relaciones de EE. UU. en Oriente Próximo. El día 26, Mubarak estará en la Casa Blanca, y dos fechas más tarde, Obama ha citado en su despacho al presidente palestino.