CONVERSACIONES DE PAZ

Netanyahu y Abás se citan cada 15 días

Tras su encuentro en Washington, ambos líderes deciden cumplir el plan de Obama para lograr un pacto en un año.

De izquierda a derecha, Hosni Mubarak, Benjamin Netanyahu, Barack Obama, Mahmud Abás y el rey Abdullah II, ayer en la Casa Blanca en Washington.
Netanyahu y Abás se citan cada 15 días
TIM SLOAN/AFP

Si algo tenían ayer a su favor los líderes de Israel y Palestina eran las bajas expectativas que suscitaban las conversaciones de paz celebradas en Washington, así que el acuerdo de reunirse cada dos semanas se consideró todo un éxito. Particularmente después de casi dos años sin negociaciones directas entre Israel y Palestina. Sus líderes han decidido cumplir el plan de Barack Obama, que pretende alcanzar un acuerdo en un año para triunfar allí donde han fracasado los últimos cinco presidentes de Estados Unidos.


El que más cerca estuvo de lograrlo, Bill Clinton en 2000, estaba ayer presente en Washington a través de su esposa, la secretaria de Estado Hillary Clinton, que auspició el encuentro. Si hace diez años en Camp Davis la antipatía entre Yaser Arafat y Ehud Barak era tal que se limitaron los encuentros directos porque resultaban contraproducentes, la química entre Benjamin Netanyahu y Mahmud Abás parece ser la opuesta. El primer ministro israelí está empeñado en no ceder la marcha de las negociaciones a un comité de expertos. "Es mucho más optimista que nosotros", dijo uno de sus altos asesores a 'The New York Times'. "Ha hecho el cálculo interno de que está listo para alcanzar un acuerdo".


Sin necesidad de convertirse en grandes amigos, ambos mandatarios se dedicaron ayer buenas palabras que sientan las bases para el diálogo. "Respeto el deseo de soberanía de tu pueblo y estoy convencido de que puede reconciliarse con la seguridad de Israel", le dijo Netanyahu a Abás al abrir las conversaciones.


"Tu seguridad es la nuestra", le contestó Abás en su turno, con la promesa de no cejar hasta encontrar a los asesinos de los cuatro colonos israelíes que han tratado de boicotear las negociaciones con su crimen.


"Creemos en vosotros y os apoyamos", atajó Clinton. "Ahora es momento de ponernos a trabajar". Y así lo hicieron.


Netanyahu, un primer ministro con una frágil coalición de extrema derecha, al que todo el mundo ve como el mandatario más improbable para hacer las concesiones que requiere la paz, dice haber vuelto al poder para desorientar a críticos y escépticos.


Durante los últimos meses se ha quejado a viva voz de que el enviado de Obama George Mitchel tenga que recorrer miles de kilómetros para llevarle un mensaje de Abás, cuando ambos están a diez minutos de coche.


De él partía el deseo expreso de reunirse cara a cara cada dos semanas, como se acordó ayer. El próximo encuentro será en su región los días 14 y 15 de septiembre, una semana antes de que se celebre en Nueva York la Asamblea General de la ONU.


El presidente Mubarak

Le acompañan en esas buenas intenciones el presidente egipcio Hosni Mubarak que, delicado a sus 82 años, siente la muerte pisarle los talones y teme a la incertidumbre que pueda seguir a su ausencia.


Dicen que Mubarak está dispuesto a auspiciar futuros encuentros pero también quiere que Obama siga personalmente involucrado. Y ahora que el presidente de EE. UU. se ha colgado la dudosa medalla de acabar con la guerra de Iraq, la paz de Oriente Próximo podría traerle el respeto que no le dio el Nobel.


Obama ha tenido el buen juicio de trabajar arduamente en las negociaciones previas y de invitar al rey Abdullah II de Jordania, cuya figura es crítica para la seguridad en la frontera palestina militarizada por Israel.


El primer papel de Estados Unidos es encontrar fórmulas creativas con las que sortear el problema de los asentamientos judíos. Con toda su supuesta buena voluntad, Netanyahu ha sido inflexible en su decisión de no extender la moratoria de 10 meses para nuevas construcciones que vence el 26 de septiembre. Y Abás se ha encajonado a sí mismo al afirmar que no puede hablar de paz mientras Israel siga construyendo nuevos asentamientos en los territorios ocupados.


Salvar la cara

Tras el atentado del martes será más difícil que Netanyahu ceda en su determinación, porque los colonos quieren empezar a construir hoy mismo, y el primer ministro pondría en juego la fragilidad de su Gobierno.


Todo apunta a que Netanyahu podría salvar la cara dejando expirar la moratoria pero sin autorizar en la práctica nuevas viviendas. EE. UU. ha pedido a Abás que sea flexible, pero el líder palestino, debilitado en casa, pidió el fin del embargo y de todos los asentamientos. Solo así está dispuesto a hablar de las fronteras, de la vuelta de los refugiados, del agua, de la seguridad y del futuro de Jerusalén, los asuntos clave.