ELECCIONES EN ISRAEL

Livni ratifica su victoria electoral pero rechaza un Gobierno de coalición con Netanyahu

La candidata del Kadima, a quien el recuento confirma como ganadora, se opone a un Gabinete de ultraderecha

Varias personas participan en el recuento de votos en el Parlamento de Jerusalén.
Livni ratifica su victoria electoral pero rechaza un Gobierno de coalición con Netanyahu
JINI/DANIEL BARON/AFP

Dos días después de las elecciones generales, el resultado del recuento del voto de los militares y por correo que quedaba pendiente en Israel -un 0,3% del total- ratificó ayer a Tzipi Livni como ganadora de los comicios, con 28 escaños sobre un total de 120. El escrutinio, difundido por el Comité Central Electoral, no alteró en absoluto el reparto de diputados, incluidos los 27 que, por un estrecho margen de unos 36.000 apoyos por debajo de Livni, ha terminado registrando el Likud de Benjamin Netanyahu.

 

Lo que parecía extinguirse ayer es la posibilidad de un Gobierno de unidad nacional encabezado por él. Según trascendió, Netanyahu ofreció a Tzipi Livni unirse al Likud en un Gabinete en que ambos tendrían igual número de ministros, y en el que el Kadima se reservaría Exteriores y Defensa. La coalición incluiría para ampliarse al ultraderechista Yisrael Beitenu, el partido bisagra de Avigdor Lieberman, que se reservaría la cartera de Finanzas.

 

Los mensajes desde el Kadima fueron todo el día de rechazo, aunque el todavía ministro del Interior, Meir Shitrir, no cerró del todo la puerta al Likud y precisó que la negativa era a sumarse a "un Gobierno de extrema derecha". Con todo, el Canal 1 israelí afirmó anoche que Livni reflexiona ya sobre anunciar su decisión de encabezar la oposición.

 

Lieberman, por su parte, dijo ayer que ya sabe "exactamente" a quién va a dar su apoyo, pero no lo desveló "porque aún es muy pronto". Hasta el momento se ha dejado querer tanto por el Likud como por el Kadima, y todas las apuestas incluyen a su partido en la coalición de Gobierno, sobre todo en la que en las últimas horas parece más probable: una de extrema derecha liderada por Netanyahu.

 

El cómputo final de los votos acaba así con las esperanzas del viejo halcón de la derecha de haber sumado uno, o incluso dos parlamentarios de última hora, que hubieran dado un extra de legitimidad a sus actuales esfuerzos por formar un Gobierno de coalición. No hubo suerte esta vez para Netanyahu, a quien el cálculo de estos votos finales sí permitió en 1996 adelantar in extremis a su entonces adversario, Simon Peres -que fue vencedor provisional del recuento durante 48 horas-, y convertirse en primer ministro.

 

Una victoria del Likud, incluso un empate con el Kadima de Livni, habría resuelto el problema de Peres, hoy presidente de Israel, sobre a quién encargar la formación de Gobierno. El jefe del Estado iniciará el lunes las preceptivas consultas con los líderes de los grupos parlamentarios, a quienes corresponde recomendar un candidato, y todas las previsiones apuntan a que el elegido será Netanyahu: no el más votado, sino quien tiene más posibilidades de encontrar socios para constituir un Ejecutivo entre los partidos del bloque derechista, que lidera el Likud.

 

Imparable, Netanyahu continuó ayer con sus contactos, sabedor de que si presenta a Peres un producto aunque sea medio finalizado en los próximos días, recibirá la deseada misión de convertirse en primer ministro. En esta carrera se reunió con dirigentes de partidos de extrema derecha. También con los ultraortodoxos del Shas y el Judaísmo Unido de la Biblia.

 

Conscientes de que ambos partidos las necesitan para integrar una nueva mayoría, las formaciones medianas también han movido pieza para imponer sus posturas en una negociación compleja y abierta. La ultraortodoxa sefardí Shas está tratando de formar un bloque con su equivalente asquenazí, Judaísmo Unido de la Biblia, para quitar a Israel Beitenu el título de "partido bisagra".

 

Las dos formaciones religiosas suman 16 diputados (11 de Shas y 5 de Judaísmo Unido de la Biblia), uno más que el ultraderechista Israel Beitenu, de Avigdor Lieberman. Aunque los primeros representan la ortodoxia religiosa judía y los segundos a la derecha xenófoba laica, el líder del Shas, Eli Yishai, no excluyó la posibilidad de compartir coalición de Gobierno con Lieberman. "Ya nos sentamos con él", recordó Yishai sobre el actual Ejecutivo dirigido por Olmert -de Kadima-, que Israel Beitenu abandonó el año pasado en protesta por el diálogo con la Autoridad Nacional Palestina.