REUNIÓN EN BRUSELAS

La UE se prepara para reformar el Tratado de Lisboa

En el nuevo texto se incluyen las medidas de refuerzo de la disciplina presupuestaria y los mecanismos de apoyo a los socios que se encuentren en apuros.

José Luis Rodríguez Zapatero charla con Nicolas Sarkozy, en un receso de la cumbre, ayer.
La UE se prepara para reformar el Tratado de Lisboa
JOHN THYS/AFP

La reforma del Tratado de Lisboa que Alemania, con el apoyo de Francia, reclama para consolidar la lucha contra los excesos presupuestarios de los socios del euro polarizó las primeras deliberaciones de la cumbre de jefes de Estado o de Gobierno de la UE, que comenzó mediada la tarde de ayer en Bruselas y que debería concluir a primeras horas de la tarde de hoy.


Los compromisos asumidos por Merkel y Sarkozy en su cumbre de hace diez días en Deauville para reformar el Pacto de Estabilidad sobre rigor presupuestario no han sentado bien al resto de los socios comunitarios, que no ocultaban su disgusto al llegar a la cumbre de Bruselas. Pero Angela Merkel insistía en sus postulados. Al llegar a la cumbre, abundó en la conveniencia de acometer una reforma limitada del Tratado de Lisboa y en suspender los derechos de voto de aquellos países que contravengan las disposiciones de la Unión Monetaria.


Los acuerdos de Sarkozy con Merkel prevén una reforma del Tratado a fin de establecer un "mecanismo permanente y robusto para asegurar un tratamiento ordenado de las crisis en el futuro, que incluya los necesarios ajustes para posibilitar la participación del sector privado, y que permita a los Estados miembros tomar medidas coordinadas apropiadas para preservar la estabilidad financiera en la zona euro". Contemplaban, también, la suspensión de los derechos políticos de los países en infracción grave del Pacto de Estabilidad.


Evitar nuevos desbordamientos


La cumbre, por lo tanto, concentró sus esfuerzos en el análisis del propuesto mecanismo permanente de ayuda a los países de la Eurozona en dificultades. Sustituiría al creado en mayo, con una cobertura máxima de 750.000 millones, que está previsto con una duración de tres años. El grupo dirigido por Herman van Rompuy y compuesto por los ministros de Finanzas de los Veintisiete es partidario de crear ese mecanismo y reconoce que podría requerir la reforma del Tratado y la cumbre, ayer, intentaba imaginar la manera de circunscribir esos cambios al estricto mínimo, para evitar nuevos desbordamientos.


El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, decía apoyar la iniciativa siempre y cuando tuviera un alcance limitado, pero las incertidumbres son grandes, sobre todo porque instituciones europeas como el Parlamento puede estar tentados de aprovechar la ocasión y abrir la tarta de la negociación. Ayer, por lo pronto, la cumbre enfrió las ambiciones presupuestarias de la Eurocámara, promoviendo una revisión al alza del presupuesto comunitario del 2,91% para 2011, frente al 6% que reclamaba aquella.


Fuentes de la presidencia belga daban por hecho que la cumbre aceptará la reforma del Tratado y que fijará un calendario -primavera de 2011- para que el proceso haya concluido. Otra cosa son los desarrollos legislativos que de la reforma se seguirán y que requerirán más tiempo. La base para esas discusiones será el documento del grupo de trabajo de Van Rompuy, en el que se esboza abiertamente (punto 48) la asunción de riesgos por parte del sector financiero privado en los empréstitos de deuda soberana. La posibilidad de quiebra de un miembro de la zona euro parece implícita, pero la cumbre no preveía desarrollar la idea.


Mientras tanto Nicolas Sarkozy se volvió a quejar ayer a Durão Barroso por las últimas declaraciones de la comisaria europea Viviane Reding, en las que esta criticó la propuesta franco-alemana de reabrir el Tratado de Lisboa. "Francia es Francia, nadie puede insultarla sin consecuencias y Reding ha insultado a Francia como nación", habría afirmado Sarkozy tras una reunión de líderes del Partido Popular Europeo.