TERREMOTO DE HAITÍ

Haití, una tragedia que aún espera ser atendida

Muchas han sido las ayudas que hasta ahora han sido prometidas a Haití para su reconstrucción tras el seísmo de 7,0 grados de magnitud que devastó el país. Sin embargo, muchos de estos auxilios aún no llegan y la paciencia de la población se empieza a agotar.

Niños haitianos juegan entre los escombros, en Puerto Príncipe
Niños haitianos juegan entre los escombros, en Puerto Príncipe
EFE

Muchas han sido las ayudas que hasta ahora han sido prometidas a Haití para su reconstrucción tras el seísmo de 7,0 grados de magnitud que hace seis meses la devastó. Sin embargo, muchos de estos auxilios aún no llegan y la paciencia de la población se empieza a agotar.


La catástrofe, además de ocasionar más de 250.000 muertos, dejó cerca de 1,5 millones de personas sin techo, que ahora están amenazadas por la temporada de huracanes que se inició en la región el 1 junio y que anuncia ser una de las más intensas de los últimos años.


El fenómeno natural agudizó los problemas de estabilización y miseria que a lo largo de la historia han afectado a Haití. Estimaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) dan cuenta de que con el terremoto los niveles de miseria en el país volvieron a los registrados en 2001, que eran un 71 por ciento moderada y 50 por ciento extrema.


En la empobrecida nación las promesas de más de 11.000 millones de dólares parecen no caminar con la misma fluidez que las ayudas de emergencia que llegaron a los pocos días de la catástrofe.


Dicha situación mantiene preocupados a varios organismos internacionales, para los que la reconstrucción de Haití se convirtió en una de sus principales preocupaciones y retos, entre ellos la Organización de Naciones Unidas (ONU).


El mismo secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, expresó en días pasados su preocupación, porque "el programa de asistencia no ha progresado con la velocidad planeada".


La molestia por la demora en la asistencia ya se vio expresada en Haití durante abril y mayo, cuando cientos de personas salieron a las calles a protestar por la tardanza en soluciones a su condición y las decisiones tomadas por el gobierno tras el seísmo, como la prolongación hasta el segundo semestre de 2011 de la ley de emergencia decretada después del terremoto.


A estas reivindicaciones se sumó la solicitud de la salida del presidente René Préval y la presencia de extranjeros en la Comisión Interina para la Reconstrucción de Haití (CIRH), que copresiden el primer ministro haitiano, Jean-Max Bellerive, y el enviado especial de Naciones Unidas, el ex presidente estadounidense Bill Clinton, y que no inició sus labores hasta el pasado 17 de junio.


La presencia de extranjeros en el país no es bien vista por varios sectores de oposición, que durante años han pedido la salida de la Misión de Naciones Unidas para la Estabilización en Haití (MINUSTAH), que esta presente allí desde 2004, tras la caída del gobierno del presidente Jean-Bertrand Aristide.


En medio de las quejas y protestas por la lentitud de la llegada de asistencia y la presencia extranjera, organizaciones no gubernamentales trabajan a contrarreloj para dar solución a la peor crisis humanitaria presentada en Haití.


"Todavía hay muchos escombros, porque solo se ha recogido una pequeña parte; a veces, uno tiene la sensación de que no se ha hecho nada", dijo recientemente en una entrevista Astrid Nissen, directora de la sección de ayuda humanitaria de la organización alemana Diakonie, quien además recordó que de los 125.000 alojamientos temporales que se requieren en la nación, sólo han sido construidos unos 3.000.


Entre la tristeza y desolación los haitianos viven la conmemoración del sexto mes de la tragedia con el aliciente que les trajo el Mundial de Fútbol de Sudáfrica, en el que, si bien su equipo favorito, Brasil, no pasó de los cuartos de final, sí les sirvió para olvidar momentáneamente su situación.


La MINUSTAH, con ayuda de algunas ONG, acondicionó cerca de 20 pantallas, en las que los haitianos han vivido día a día la fiebre Mundialista, expresada también en las calles, donde se presencian banderas de los equipos concursantes en el torneo y algunos damnificados jugando al fútbol.


En medio de la distracción que les trajo el fútbol, los haitianos también recibieron la noticia del llamado del gobierno a las elecciones generales del próximo 28 de noviembre, en las que varios sectores desaprueban los vínculos de algunos miembros del Consejo Electoral Provisional (CEP) con el Ejecutivo.


Si bien las elecciones son vistas por algunos como una de las posibles salidas y caminos para la reconstrucción de Haití, con la llegada de un líder que ponga a caminar el país, es más que evidente que a pesar de las promesas de ayuda, aún no se han dado soluciones a la crisis, que amenaza con empeorar de no ser atendida.