ANGENTINA

Consuelo a la presidenta Cristina Fernández

La viuda de Kirchner redoblará los esfuerzos de gestión para contrarrestar la pérdida de su consejero.

Felipe González abraza a Cristina durante el velatorio
Consuelo a la presidenta Cristina Fernández
EFE

Con la multitud bajo la lluvia, que aplaudió, cantó y lloró al paso del cortejo fúnebre fueron despedidos ayer los restos del ex presidente argentino Néstor Kirchner, el político más influyente de la década, identificado con la recuperación económica y social que siguió al colapso de 2001. Su muerte aceleró el inicio de un nuevo capítulo en la historia del país cargado de interrogantes.


Su viuda, la presidenta Cristina Fernández, ya anticipó a sus ministros que a partir del lunes redoblará sus esfuerzos de gestión. Su canciller, Héctor Timerman, advirtió de que el Gobierno "va a seguir el mismo camino. Quienes apuesten a un cambio están errados", aseguró el ministro, y adelantó que si la mandataria lo desea será candidata a las elecciones de 2011 y "seguramente ganará, porque es una líder con derecho propio".


Pero las certezas se tornan ilusiones cuando los dichos se contrastan con la realidad. Contrarreloj, Cristina deberá diseñar un nuevo sistema de toma de decisiones que hasta ahora estaba concentrado en la pareja y mucho más en Kirchner cuando había que definir estrategias o establecer alianzas. También tendrá que buscar a quien conduzca al Partido Justicialista. "Yo voy a estar donde Cristina me necesite", destacó el gobernador justicialista de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, que en las últimas semanas había sugerido que se presentaría como candidato presidencial fuera del partido.


Acostumbrada a cogobernar con su marido, desconfiada como él hasta de sus más cercanos colaboradores, la presidenta deberá encontrar la forma de salir de su laberinto y mostrar su autoridad si aspira a prolongar su permanencia en la Casa Rosada más allá del final de su mandato en 2011.


El cadáver de Kirchner fue trasladado ayer hasta Río Gallegos, su localidad natal, donde fue sepultado en una ceremonia íntima tras un velatorio en la Casa Rosada que se prolongó 26 horas. La presidenta recibió muestras de afecto y apoyo de los presidentes de Brasil, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay y Venezuela y de cancilleres de otros países, entre ellos la ministra de Exteriores española, Trinidad Jiménez, y el ex presidente Felipe González.