Un monumental atasco de tráfico en Bélgica agita las tensiones entre Flandes y Valonia

Bélgica está dividida en tres regiones, con la neerlandófona Flandes en el norte, la francófona Valonia en el sur y la bilingüe Bruselas prácticamente en el centro.

Carrefour Léonard
Carrefour Léonard
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Un tremendo atasco permanente en un cruce estratégico al sur de Bruselas, que gestiona la administración de Flandes pero conecta Valonia con la capital, ha agitado el enfrentamiento entre esas dos comunidades políticas y lingüísticas de Bélgica a un mes y medio de las elecciones federales y regionales.

Bélgica está dividida en tres regiones, con la neerlandófona Flandes en el norte, la francófona Valonia en el sur y la bilingüe Bruselas prácticamente en el centro, y las obras del "carrefour Léonard" afectan al acceso sur de la capital, con problemas crónicos de congestión vial incluso sin obras.

No obstante, y aunque la región capitalina parece casi una isla entre flamencos y valones, en realidad Bruselas está totalmente rodeada de territorio flamenco.

Por el exiguo tramo flamenco entre Bruselas y Valonia, cercano al municipio valón de Waterloo, atraviesa uno de los ejes que conecta la capital con los municipios de la periferia y con la región francófona, que atraviesan diariamente más de 100.000 coches.

Se cruza, además, con el anillo de circunvalación de la capital y las obras se han convertido en un problema político que captura desde hace semanas la atención informativa belga.

Los trabajos empezaron en marzo, se complicaron en abril y se espera que duren hasta inicios de 2025, por lo que el tramo seguirá bloqueado también durante las elecciones municipales de octubre.

Se necesitan casi dos horas en hora punta para atravesar ese gran túnel, que se construyó en los años 60 del pasado siglo y cuyos trabajos de reparación son "realmente necesarios", según la Agencia Flamenca de las Carreteras y la Circulación.

Una vez empezadas las obras los ingenieros se dieron cuenta de que el saneamiento sería de más calado de lo previsto y la administración flamenca avisó por carta a los vecinos de los municipios colindantes de Bruselas cuando el cierre era inminente.

"El túnel no es estable. Hay que hacer las obras absolutamente", ha justificado después la responsable flamenca de Movilidad, la responsable flamenca de Movilidad, la liberal Lydia Peeters.

Al estrés de los conductores se suma una pátina más de frustración al comprobar que en uno de los carriles bloqueados, que podría aliviar la congestión, no hay obras.

Está cerrado porque será necesario liberarlo para derribar un muro y mientras tanto se ha reservado para los vehículos de emergencia, si bien estos parecen no estar al corriente porque no lo utilizan y, en todo caso, el código de circulación belga obliga a los conductores en caso de que se aproxime una ambulancia o un vehículo policial a apartarse a la derecha y a la izquierda para aclarar el centro de la vía.

"Una estupidez más al estilo belga", declara un airado conductor a la televisión francófona RTBF.

Valonia y Bruselas acusan a Flandes de no haber informado con suficiente antelación, esta asegura que dio aviso en febrero a sus homólogos y los responsables valones y bruselenses argumentan que la información era incorrecta.

Aseguran también que pidieron que se paralizaran las obras, y que Flandes respondió acelerando los trabajos.

"Ha habido informaciones minimalistas por correo electrónico, pero que no dejaban prever la amplitud de los trabajos. Habría requerido un trabajo conjunto", ha declarado este lunes el responsable valón de Movilidad, Philippe Henry.

Flandes sostiene que paralizar las obras obligaría a cerrar otros túneles, lo que generaría aún más problemas de circulación, y no se atisba ninguna solución inminente mientras sigue creciendo la tensión en un país donde los roces entre valones y flamencos son frecuentes. 

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