Federico, nuevo rey del país que presume de felicidad

Dinamarca, que asiste mañana al relevo en el trono de Margarita II, es un estado donde prima el bienestar, pero que empieza a blindarse ante la guerra y la inmigración.

El príncipe Christian, la reina Margarita de Dinamarca y los príncipes herederos, Federico y Mary, este martes en Copenhague.
El príncipe Christian, la reina Margarita de Dinamarca y los príncipes herederos, Federico y Mary.
Colpisa

Tras la abdicación de la reina de Dinamarca, su hijo Federico será coronado mañana como nuevo monarca del lugar más feliz del mundo. Margarita II nació en abril de 1940, una semana antes de que Alemania invadiera el territorio danés durante la II Guerra Mundial. Aquella agresión acabó con la tradicional neutralidad del país nórdico. Acabado el conflicto, fue miembro fundador de la OTAN y luego se integró en la Unión Europea. Le ha ido bien. Dinamarca presume hoy de felicidad. Eso dicen las encuestas y estudios de organismos internacionales: es el país más dichoso del mundo. Durante 52 años, Margarita ha sido su reina y ha asistido a la consolidación de este estado plano y repleto de islas como un paraíso en la tierra. Los daneses tienen una palabra, 'hygge', para definir esa sensación de bienestar. Y aseguran que 'hygge' no tiene traducción en otro idioma.

Sus apenas 5,8 millones de habitantes disfrutan de uno de los salarios medios más altos del mundo (62.933 euros, por 28.360 de España), de sanidad y educación de calidad y gratuitas, de un índice de desempleo de apenas el 4,5%, de ayudas del Estado para los desfavorecidos, de subvenciones para que los estudiantes se centren sólo en los libros... Y presumen, claro, de su felicidad y de valores como la democracia, la solidaridad, la igualdad, la libertad personal y la defensa de los derechos humanos. Estudios oficiales constatan que es el país con menor índice de corrupción. Así se entiende que los ciudadanos defiendan el pago de impuestos pese a que las tasas se llevan el 40% del sueldo. Otra encuesta certificó hace un par de años que la sociedad danesa es la que más confía en el prójimo.

Pero la actual situación internacional, con la guerra entre Rusia y Ucrania tan cerca y con el terrorismo islamista reactivado por los bombardeos israelíes sobre la Franja de Gaza, ha reforzado una tendencia que ya se había esbozado con el crecimiento de la ultraderecha en el panorama político danés. La socialdemócrata Mette Frederiksen es la primera ministra. Su andamiaje ideológico es socialista. Aun así, ha dado un giro hacia el centro. Incluso, como critican desde otras formaciones de izquierda, ha asumido postulados de la derecha.

Ha incrementado el gasto militar con el objetivo de alcanzar el 2% de PIB fijado por la OTAN. Para financiar esta medida eliminó una jornada festiva del calendario laboral, el Día del Rezo. El país se estremeció cuando se produjeron los sabotajes de los gasoductos que transportaban gas ruso hasta Alemania a través de agua danesas. El ambiente ha cambiado. No hace tanto, en Dinamarca se consultó a la población sobre si apoyaba una reducción de los impuestos. Los ciudadanos rechazaron esa propuesta. Preferían pagar más en un país muy caro porque eso asegura el mantenimiento de su estado del bienestar. Ahora, Frederiksen ha planteado una rebaja fiscal para mejorar la productividad e incorporar a cerca de 50.000 personas a un mercado laboral en el que el empresario tiene facilidades para contratar y despedir, y el trabajador cuenta con subvención mientras está desempleado.

El Gobierno de coalición encabezado por Frederiksen ha adoptado también una línea dura en materia de inmigración al aprobar el envío de solicitantes de asilo a centros de acogida en el extranjero, en países como Ruanda y Kosovo. Y no ha derogado normas del Ejecutivo anterior, como la 'ley antigueto', que establece para 2030 un límite del 30% de ciudadanos 'no occidentales' en los barrios de las principales ciudades, incluida la capital, la apacible Copenhague. Dinamarca, el estado feliz, es hoy uno de los que presentan la legislación más restrictiva en materia migratoria. El Ejecutivo quiere reformar, además, el sistema sanitario y recortar las ayudas a estudiantes universitarios. Frederiksen se agarra a la incertidumbre internacional para defender su plan, que también tiene como objetivo ecológico llegar a la neutralidad de carbono en 2045, cinco años antes de la fecha fijado por la Comisión de Naciones Unidas.

Riqueza compartida

Margarita II nació en plena guerra y deja la corona cuando en Europa vuelven a tronar las bombas. Ha sido una reina diferente. Algo desentendida. Muy centrada en sus cosas, la ilustración, el diseño de vestuario... Su padre, Federico IX, peleó para que ella, una mujer, fuera su sucesora en esta monarquía parlamentaria que lleva en el trono un milenio. Y que presume de una felicidad que comenzó a labrarse a finales del siglo XIX, cuando aquellos capitalistas daneses detectaron que sólo había una manera para que un país tan pequeño sobreviviera al acoso de sus vecinos: ser rico. Y algo más: que esa riqueza fuera compartida por los ciudadanos. Hoy tiene compañías como Maersk, la naviera más grande del mundo; ISS A/S, empresa de servicios que da trabajo a 500.000 personas en más de 70 países, y las piezas de LEGO, creadas por un carpintero danés, componen juguetes en las cuatro esquinas del planeta.

Hay otra pieza clave en el milagro de Dinamarca: la educación. Viene de lejos, de 1830. Un clérigo, N. Grundtvig, y un maestro, Christen Kold, impulsaron la creación de escuelas populares abiertas a los hijos de los campesinos. Marcaron el camino. Los centros educativos daneses buscan hoy fomentar la ciudadanía activa, el compañerismo, la formación democrática y el respeto por el bien común. Cualquiera puede apuntarse en una escuela popular. No hay exámenes de acceso ni de calificación. Cada estudiante debe aprender a tener un compromiso consigo mismo. Y funciona.

El sistema educativo danés está entre los mejores del mundo. Como su arte, su gastronomía y su urbanismo, con ciudades diseñadas a escala humana en calles donde las bicicletas doblan en número a los automóviles. Federico X de Dinamarca reinará desde mañana en este oasis de bienestar formado por una península y más de 400 islas que, ante la tan cercana guerra ucraniana y la inmigración, empieza a blindar su felicidad.

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